jueves, 5 de noviembre de 2009

Alas de Dragón IV

Algún tiempo después, sin previo aviso, la casa de Garret y Daemigoth fue atacada por miembros de la Guardia Carmesí, la fuerza de choque del reino. Tras una dura escaramuza, los compañeros lograron escapar a duras penas de la encerrona, y cuando se dirigían al bosque, donde confiaban en que Xhaena les pudiera ayudar, se vieron sobrevolados por una inmensa flota de barcos voladores de guerra, mucho mayor de lo que el reino de Alexandria había poseído jamás, en rumbo hacia el este, hacia la frontera con Sanlhoria, el reino vecino, y tradicional rival. La mayoría de estos barcos eran nuevos, y se movían de una forma diferente a los barcos voladores normales, creaciones mecánicas de los gnomos. Eran más parecidos en sus movimientos a criaturas vivas, denotando que era una poderosa magia, no un motor mecánico, lo que los animaba. Aquello explicaba el ataque no provocado de la Guardia Carmesí, Garret procedía del reino vecino, Sanlhoria, y no deseaban que tuviera la ocasión de alertar a sus conciudadanos de la guerra que se avecinaba.
Abrumados por lo que habían visto, y sin saber muy bien que hacer, los compañeros se reunieron con Xhaena, buscando su sabio consejo. La druida les aconsejó buscar la fuente del poder de los barcos, que intuía que se encontraba hacia el sur, y, confiando en que otros se encargaran de avisar al reino de Sanlhoria, decidieron buscar la fuente del nuevo poder que esgrimía la Reina. El viaje fue largo, salpicado de combates, hasta que llegaron a una pequeña taberna cerca de la frontera sur de Alexandria, donde se encontraron con un grupo de guerreros Kehays, el pueblo al que pertenecía Denay, que buscaban a una novia fugada. Uno de ellos fue asesinado por un hombre que se había disfrazado con una piel de lobo, por lo que Garret fue nuevamente asaltado. Todos reaccionaron en su defensa, incluyendo una maga humana llamada Daphne, que pasaba por allí, y que básicamente estaba buscando una excusa para darles una lección a aquel atajo de brutos. Era de estatura media y delgada, con una larga melena pelirroja. Vestía camisa y pantalones rosas y una larga capa azul. Pronto demostró tener un carácter bastante poco cohibido, extrovertida y algo basta, pese a su apariencia delicada. De algún modo, decidió autoinvitarse a acompañar al grupo, sin que ninguno de sus componentes acertara a decir nada en contra. Tras reducir a los bárbaros, a los que no sólo perdonaron la vida, sino que les permitieron conservar sus pertenencias, marcharon de nuevo hacia el sur. Su camino les llevó hacia un pueblecito en medio de ninguna parte llamado Huglendt, donde les esperaban más sorpresas.

2 comentarios:

  1. Y así conocí a mi pequeña Daphne... que recuerdos, snif...

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  2. Si, y luego supimos a quien buscaban esos barbaros...

    Pero vamos, eso supongo que forma parte de otra historia posterior...

    Como comentario, el pueblo es Hommlet, no huglendt (Que me corrija Isra si me equivoco)

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