sábado, 21 de febrero de 2015

FAQ D&D: Amae Karen



1.- ¿Cuál es tu nombre y por qué otros apodos te han llamado o se te conoce actualmente?
Amae Karen, que en Genji significa Piedra Lisa. Mis recientes compañeros tienden a acortar mi nombre, llamándome Amae o Karen. Supongo que tendré que acostumbrarme.
2.- Descríbete físicamente.
Estatura media-baja (1,64 Cm), complexión atlética, con la musculatura perfectamente definida. Piel oscura, media melena de pelo negro, recogido en rastas (al lavarlo me llega hasta media espalda) y una larga coleta que llega hasta los muslos. Visto con ropas sencillas, típicas  entre los Genji. Cubro mis pechos con dos bandas de lino, y llevo unos pantalones anchos del mismo tejido. Protejo mis pies y manos con largas vendas, y me resguardo del frío con una casaca de tela basta. Finalmente ajusto el pantalón con un cinturón de tela roja, símbolo de mi status como mercenaria. Todas mis ropas, a excepción del cinturón, son del mismo color, sin teñir, pues los Genji renunciamos a los lujos y la ostentación. Mi única posesión de auténtico valor es mi espada, Hakai.

3.- ¿Cómo describirías tu personalidad y tu forma de ser?
Soy seria, responsable y espiritual. Mi vida está marcada por las pautas de meditación y ejercicio, necesarias para mantener fuerte cuerpo y espíritu. Desde que partí de Arkras Ethra no he disfrutado de tiempo libre, en parte por las agotadoras jornadas de viaje, y en parte porque no sabría qué hacer con él. La relación con los demás es compleja por la barrera cultural y mis dificultades con el idioma, lo que hace que el resto me perciba como mucho más seria y reservada de lo que realmente soy.
Procuro vivir siguiendo la senda del Ketan, que en Genji significa “Lo correcto” o “Camino”, según la interpretación.  Siguiendo con este símil, en ocasiones el camino pasa de una gran carretera a una senda salvaje, llegando a desaparecer por completo. Otras veces surgen numerosas bifurcaciones, y sólo nuestro corazón nos puede indicar cuál es la correcta. Seguir el Ketan es una tarea compleja, llena de ambigüedades, y llegar a entenderlo del todo lleva toda una vida, pero nos aporta una gran paz espiritual y comunión con el mundo. También nos guía cuando salimos al mundo exterior, repleto de barbaros, para no perder el rumbo, o caer en las tentaciones.

4.- ¿Cuáles son tus objetivos y deseos a corto y largo plazo?
Cuando salí de Arkras Ethra, mi objetivo era convertirme en una gran guerrera Genji, ejerciendo como mercenaria en el mundo exterior para reportar fama y recursos a mi pueblo, para finalmente volver como maestra y tomar estudiantes a mi cargo, uno de los mayores privilegios. Pero ahora, tras sólo dos meses, la idea, casi romántica, de mi viaje ha cambiado por completo. El mundo de las siete casas es complejo y caótico. Aún no he conseguido ninguna misión, y en su lugar he ayudado a mis nuevos compañeros sin ninguna recompensa material. Pese a ello no estoy preocupada, siento que he hecho bien, en todo momento he seguido el Ketan, aunque me haya llevado a situaciones dolorosas, y gracias a ello he conocido a mis actuales compañeros, todos ellos fascinantes en algún aspecto. Por tanto, a corto plazo sólo pienso en mi actual encargo, proteger a Ellaria hasta que lleguemos a Malfer. Una vez allí, espero encontrarme con algún comerciante Genji, pues ya han pasado dos meses y aún no he tenido ocasión de enviar dinero y noticas a Arkras Ethra. Ellaria quiere seguir viajando hacia el norte. Es irónico que mi primera misión como mercenaria me lleve a las puertas de casa.

5.- ¿Dónde naciste? ¿Cómo fue tu juventud y qué relación tienes con tu familia y los amigos con los que te criaste?
Nací y me crié en Arkras Ethra, uno de los seis principales poblados Genji, junto a Karanas, Oshoren,  Arak Omir, Kewayama y Amnur Oka, única ciudad y lo que se podría considerar nuestra capital. En mi infancia y juventud me he relacionado con todas las personas de mi poblado, en especial con los chicos y chicas de mi edad, con los que he estudiado el Ketan y me he entrenado. Entre ellos podría a destacar a Ersan Arkra, mi mejor amigo y con el que he tenido una relación física en numerosas ocasiones, incluyendo la primera vez para ambos. Partió de viaje pocos meses antes que yo, espero encontrármelo en alguno de nuestros viajes. Hera Tetsu ha sido desde siempre una gran amiga, hemos estudiado juntas toda nuestra vida, pero sufrió fuertes heridas poco antes de nuestra prueba de aptitud, por lo que aún no tiene el estatus de guerrera.
Por último, debo destacar a Khara, mi maestra. Ella me ha forjado, desde una niña blanda y desobediente hasta lo que soy hoy. Como es habitual en nuestra cultura, ha influido en mi vida más que mis propios padres, pues al alcanzar los seis años nos entregan a la escuela, donde nos criamos. Seguimos viendo a nuestros padres, pero nos educan y forman nuestros maestros.

6.- ¿Qué o quién es lo que más odias? ¿Qué aborreces en este mundo?
Procuro no odiar, pues sólo nos lleva a la autodestrucción. Desprecio la maldad, en todas sus manifestaciones, y lucharé contra ella allá donde vaya. Tampoco me gustan los ostentosos, la avaricia, los que eluden sus responsabilidades y ven el mundo como un inmenso burdel. En general la gente sin principios, sin moral, que desaprovechan sus vidas y echa a perder la de cuantos les rodean.

7.- ¿Qué o quién es lo que más amas? ¿Cuáles son tus vínculos más importantes y queridos?
Amo a mi pueblo, los Genji. Su forma de vida, sus valores. También he empezado a apreciar a mis compañeros de grupo, en especial a Ellaria. Es una isla de bondad en un mundo plagado de bárbaros, maleantes y vividores. Eric me resulta inquietante, aún no he decido cuánto creo de su historia, que raya lo imposible, pero no veo maldad en sus actos, y si lo que cuenta es cierto, debe ser terrible estar en su situación. Veo la aflicción en sus ojos por lo sucedido a la hija de Argo,  a veces como si hubiera perdido a su hija, otras como hubiera visto morir a la hija de un conocido.
A quien menos aprecio tengo es a Dereck. Es una persona torturada por sus pérdidas, que se refugia en el alcohol y se ahoga en el odio y la venganza. No tiene ningún control de su vida, ningún código y va dando tumbos entre peleas y tabernas. De seguir así no vivirá mucho, y temo que nos arrastre con él. Lo que no puedo negar son sus numerosas habilidades. Cuando logra mantenerse sobrio es un explorador excelente, y su habilidad con el arco iguala la mía con el Ketan.

8.- ¿Cómo aprendiste y desarrollaste tus habilidades? ¿Te enseñó alguien?
He estudiado y entrenado en la escuela de Arkras Ethra. Me han enseñado varios profesores, en especial mi mentora, Khara. Cada día de mi formación he empleado varias horas a estudiar el Ketan, a reflexionar y debatir sobre él, he ejercitado mi cuerpo, con horas de carrera, escalada u otros ejercicios físicos, y por supuesto a entrenar las técnicas de lucha del Ketan. He repetido todas las catas varias veces cada día, durante todos los días de mi vida, hasta quedar grabadas en mi cabeza y músculos.

9.- ¿Cómo y por qué te hiciste aventurero y emprendiste tu viaje?
Como muchos de los Genji que superan su prueba y de aptitud, pudiéndose considerar guerreros, he partido en busca de aventuras para hacerme una mercenaria de renombre y conseguir dinero que enviar a mi poblado para mantener la economía local y pagar la deuda eterna con mi escuela. Además de enviar dinero, los mercenarios Genji debemos fortalecer la reputación de nuestro pueblo, de nuestros mercenarios. Nuestro código asegura a nuestros patrones que no les traicionaremos o robaremos, y nuestras habilidades nos hacen combatientes letales.

10.- ¿Cuál es tu forma de actuar en combate? ¿Tienes reparos por matar a un enemigo?
Para mí el combate es un arte. El tiempo se ralentiza, el pulso se acelera. Ejecuto mis movimientos de forma precisa e implacable, apenas sin pensar, gracias a las miles de veces que los he practicado, cada día de mi vida. Cada situación, cada amenaza, sugiere una cata, y la maestría en todas ellas te convierte en un guerrero prácticamente imparable. No mato, salvo accidente o necesidad, el Ketan me indica cuándo debo incapacitar o matar a un enemigo.

11.- ¿Cuál es tu fe? ¿Rindes culto a alguno o a varios dioses? ¿Por qué?
No rindo culto a los dioses, si no a los hombres, a lo que pueden conseguir. Mi única fe, si se puede llamar así, es el Ketan.

12.- ¿Qué opinión tienes sobre la magia arcana, los hechiceros apóstatas y la Inquisición?
Desconfío y temo a la magia arcana. Hasta ahora mi único contacto con magos o hechiceros se limitaba a los terribles magos rojos del desierto de los territorios Talos. En cuanto a apostatas o magos, la diferencia consiste en un derecho de nacimiento. Para los Genji todas las personas nacemos iguales, y llegamos hasta donde nos permitan nuestras cualidades y esfuerzo, aunque la estricta formación que reciben los magos legítimos les acerca más a mis principios que el caótico autoaprendizaje que suelen recibir los magos rebeldes. Esto, unido al gran poder otorgado por la magia, les suele convertir en peligrosos y a menudo crueles. De la inquisición poco conocía, hasta ahora. He comprobado que está formada por gente cruel, y ejecutan su causa arrasando con todo lo que se ponga en su camino, o cerca de él. Pueden enmascarar sus actos con dramáticas palabras y aires de grandeza, pero como a la mayoría de los hombres sólo les interesa el poder. Ni siquiera me extrañaría que entre sus filas se encuentren magos apostatas.

13.- ¿Cómo es tu relación y tus opiniones para con las siete grandes casas humanas de los Reinos del Ocaso?
Aunque los territorios Genji se encuentran en las tierras Talos, nuestra relación con esta casa es prácticamente inexistente. Coexistimos sin convivir, y de hecho tenemos más comunicación con el resto de casas gracias al comercio. En cuanto al resto de casas, nuestros mercenarios ofrecen servicios a todas ellas, que a su vez valoran enormemente sus servicios, aunque debido a nuestro reducido número apenas tenemos influencia, llegando incluso a considerarnos elementos exóticos de colección.

14.- ¿Cuál es tu visión de las otras grandes razas de los Reinos: enanos, elfos, humanos, halflings y gnomos? ¿Tienes prejuicios o predilección por alguna raza en concreto?
Apenas he visto una par elfos en las caravanas que llegan de vez en cuando Arkras Ethra, de pequeña me fascinaban, su forma de hablar, la solemnidad que transmiten. Nunca he visto un halfling (supongo que las troupes de actores no nos consideran un destino rentable). Me he cruzado con algunos enanos, y pese a su carácter hosco suelen tener la cabeza más amueblada que la mayoría de los hombres.

15.- ¿Has estado o estás enamorado?¿Qué pasó? ¿Qué tipo de vida sentimental / sexual llevas?
Hasta ahora no he estado enamorada, y lo más parecido a una relación sentimental es mi amistad con Ersan Arkra. Tampoco tengo ideas románticas al respecto, aún soy joven, y he pasado toda mi vida en la escuela, con los mismos chicos y chicas con los que he compartido largas jornadas de entrenamiento y formación. No es el lugar propicio para encontrar el amor.
Por supuesto he practicado sexo con varios de mis compañeros, pero es una práctica habitual disfrutar del sexo sin ataduras sentimentales. No nos avergonzamos de dar rienda suelta a nuestra lujuria, o sentir curiosidad por la sexualidad de nuestros compañeros. La fidelidad de pareja no es algo raro en nuestro pueblo, pero sólo en los matrimonios. La sagrada unión es habitual en el resto de los Genji, pero no para los guerreros. Nosotros sacrificamos nuestra infancia para perfeccionar nuestras habilidades, y nuestra juventud y energía en ejercer nuestra profesión, siempre viajando y lejos de nuestro hogar, lo que nos dificulta crear vínculos estables. Se han dado casos de matrimonios entre guerreros, algunos de ellos de legendarios mercenarios cuyo amor, lejos de hacerles vulnerables, les fortaleció hasta sobrepasar los límites de lo imaginable, superando las distancias, dificultades y peligros. Pero son casos aislados, y encontrar una relación así no se encuentra entre mis prioridades.

16.- ¿Cuál ha sido el momento más traumático de tu vida hasta ahora?
Se podría decir que apenas soy una niña, que lleva fuera de su hogar apenas dos meses. Mi formación ha sido completada, y mi cuerpo templado, pero ahora es cuando comienza la verdadera prueba, el verdadero endurecimiento. En Arkras Ethra he visto la muerte de cerca, de hecho convivimos con ella a diario, pues el desierto en un sitio duro y peligroso, pero nos hemos criado así y nuestros corazones son ya apenas sensibles al dolor de las pérdidas por accidentes o ataques de animales. Lo único para lo que no podemos estar preparados es para las esporádicas atrocidades cometidas por los magos rojos, pero nunca he vivido de cerca una de sus incursiones.
Pero en mi viaje he visto números actos terribles en apenas una semana. Las tierras del sur son menos peligrosas, menos duras, pero en este entorno tan afable lo peor de la gente sale a la superficie, he visto más maldad en unos días que en toda mi vida, maldad auténtica, no incitada por la necesidad, si no por corazones podridos, ávidos de arrebatárselo todo a los demás. El culmine de esta corrupción lo he vivido con el sacrificio de Arya, la hija de Argo. No soy capaz de entender qué se le tiene que pasar a una persona por la cabeza, qué ha tenido que vivir para alcanzar semejante crueldad.
También me ha golpeado con fuerza el acto de sadismo gratuito que han realizado los inquisidores cuando encontraron a aquel pobre desgraciado. No sólo lo mataron de una de las formas más atroces que existen, si no que segaron también las vidas de todos los que le rodeaban. Sin juicios, sin motivos más allá de una lejana sospecha de complicidad. Además en ese incidente perdimos a Hunna, con la que pese a no tener una estrecha relación, tenía un corazón bondadoso y era una persona importante para Ellaria.

17.- ¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida hasta ahora?
El momento más feliz de mi vida fue cuando Khara me entregó mi espada, Hakai, símbolo de mi estatus como guerrera, finalizando así mi etapa de aprendiz. La emoción me embargaba, toda una vida de sacrificio de repente se veía ampliamente recompensada, y mi corazón gritaba de alegría.
Además de ese momento, siento una mezcla de alegría y satisfacción cuando cumplo con mi deber, cuando siento que sigo el Ketan, cuando ayudo a los necesitados. Pero mi nueva vida está rodeada de fealdad, de actos terribles, y esos pocos momentos se ven ensombrecidos por la dureza de los fracasos y las pérdidas. Por ejemplo, la alegría por salvar a Achiles de una muerte segura y todo Fallcliff de la devastación de un portal demoniaco se ha truncado por la terrible muerte de Arya, el descubrimiento de la truculenta historia de Jason o nuestro encuentro con los inquisidores.

18.- ¿Te consideras una persona honorable? ¿Y orgullosa?
Sí, los Genji somos un pueblo honorable. De hecho el honor es nuestra posesión más valiosa. Y en el caso de los guerreros, el honor es aún más importante.
Nuestro pueblo, nuestras tradiciones y la senda del Ketan nos llenan de orgullo, pero no el tipo de orgullo que puede llevar a las personas a cometer estupideces, o actos malvados. Sentimos orgullo por lo que somos, no por lo que quisiéramos o creemos ser. Este orgullo nos hace fuertes, nos permite marcar la diferencia con el resto de mercenarios, elegir nuestros contratos en función de nuestro código, y no sentirnos completamente solos, aunque estemos en un mundo extraño a cientos de kilómetros del hogar.

19.- ¿Sigues las leyes del lugar en que te encuentras o las adaptas a tu beneficio? ¿Estás en contra del poder establecido? ¿Tienes algún tipo de código de conducta personal?
Procuro seguir las leyes de donde me encuentre. Lo contrario me supondría problemas, pérdida de reputación y deshonor para mí y para mi pueblo. Pero en la vida de un mercenario en ocasiones es necesario romper las leyes, en especial aquellas que son injustas u oportunistas. En estos casos, el Ketan es mi código, y me ayuda a dibujar nuevas líneas allí donde las establecidas no son aceptables.

20.- ¿Cuál consideras que es tu mayor afición? ¿Y tu mayor vicio?
Creo no tener vicios, y nunca he tenido tiempo para desarrollar aficiones. Mi vida es el Ketan, y es un gran gozo poder seguirlo en este nuevo mundo de posibilidades que se abre ante mí.

Glosario

-          Genji: Pueblo de las montañas de los desiertos Talos. Pese a residir en territorios peligrosos, han sobrevivido gracias a sus numerosos guerreros, maestros del Ketan.
-          Ketan: Religión, filosofía de los Genji. También se llama así a su arte marcial.
-          Khara: Mi maestra
-          Ersan Arkra: Amigo de la infancia. Actual Guerrero Genji en misión.
-          Hera Tetsu: Amiga de la infancia. No pudo realizar su prueba de aptitud y sigue siendo estudiante.
-          Hakai: Mi espada

Los seis poblados Genji

-          Amnur Oka: Capital Genji
-          Karanas
-          Oshoren
-          Arak Omir
-          Arkras Ethra: Poblado natal
-          Kewayama





miércoles, 18 de febrero de 2015

Eric Stormcaller

La noche era tormentosa, un buen momento para cumplir su último plan, en los momentos en que el clima es inestable, las normas de la creación se relajan por unos instantes para disfrutar el espectáculo, pues ¿que hay mas parecido a la magia que una buena noche de tormenta? Donde los límites se diluyen, y las fronteras se desdibujan.

Y además de un buen momento posiblemente fuese la última oportunidad, ya notaba los huesos cansados de tantos años, su cabeza pesada de tanto estudio, sus músculos agotados de tanto luchar, y su poder, aunque sin duda respetable, cada vez más esquivo, más descontrolado.

Pero si todo salía bien, pronto entraría dentro de la historia de la magia con letras mayúsculas... Bueno, siendo realista lo más seguro es que nadie más sabría si había salido bien o mal, a fin de cuentas esa era la ventaja de la buena magia, que nadie más que él mismo sabría que había pasado en realidad.

Unas cosas se transmutarían en otras de forma casi natural, como sucede en todo momento incluso sin magia, y en medio de esos cambios, su voluntad daría un pequeño empujón, un enorme salto, y todo habría acabado, y volvería a empezar, algo moriría para siempre, y algo empezaría una nueva vida.

Jugueteo con su piedra del cambio, colgada de su cuello, una última vez. Sin duda esta versión le había dado un gran servicio, hecha de mithril (algo innecesario, pero todo buen mago tenia que hacer algo de ostentación en ocasiones), con la forma de una gota casi perfecta, marcada con su sello personal, y con un corazón de energía pura. Una autentica obra de arte, y no solo porque era fruto del trabajo de un artesano que haría palidecer incluso a algunos artífices enanos, sino porque la había imbuido con una parte de su ser, de su poder, y de su voluntad, creando un artefacto casi inteligente.

En un futuro tendría que hacer otra igual, ahora que ya sabia como se hacían a la perfección, pero la separación de algo así sería dura. También sería duro despedirse de Glamraugh, su familiar, una joven dragón ávida de conocimiento, y que respetaba al viejo mago por todo lo que había conseguido para finalizar la última guerra contra los gigantes.

Del resto de gente no sería difícil, de hecho ya había decidido tiempo atrás no despedirse de nadie más, y no tenia motivos para cambiar de opinión. Su antiguo grupo, que tanto había hecho, se había separado, muchos estaban lejos, ocupados en sus recién adquiridos tronos cubiertos de tanta gloria y títulos que no podían avanzar dos pasos sin tropezarse con alguna obligación nueva. Por ellos el nuevo viaje tenía que comenzarlo solo, y cuando fuese el momento podrían volver a juntarse. No le quedaba familia directa, y los habitantes de la zona, aunque amigables con él, le tenían por un viejo cascarrabias más peligroso que loco. Incluso los dirigentes de la casa Argelam le consideraban más un estorbo que un valioso consejero. Estúpidos...

Cualquiera de ellos se volvería igual de loco y de cascarrabias si hubiese tenido que aguantar el peso que el llevaba aguantando años, pero así no podía hacer más, era libre de partir al descanso eterno, o de ejecutar el complicado plan, e intentar evitar la locura que estaba aquejando a los humanos, la guerra contra los enanos no podía traer nada bueno.

Era un plan arriesgado, pero sin riesgo no hay gloria, y poniendo en una balanza sus actos a lo largo de su vida, estaba claro que había hecho mucho bien, y había recibido poca recompensa por ello, y aunque los clérigos solían decir que recibiría el premio por sus buenas acciones en presencia de los dioses, hacia años que estaba pensando (egoístamente) que merecía algún otro tipo de compensación.

Una vida de sacrificio trabajo y esfuerzo lo mínimo que debería ser premiada con un tiempo similar de descanso y tranquilidad, o incluso una nueva gloria. Pero no podía hacerlo con su cuerpo actual, cansado, viejo, marchito, y aquejado de tantos achaques que nadie le tomaba ya en serio...

Se despidió de Glamrauch de forma temporal, ella tenía que partir hacia el norte a hablar con los elfos, a ponerles al día de los planes de los humanos y de sus propios planes, si los elfos no actuaban a tiempo el caos podía volver a arrasar el continente en forma de una guerra racial como nunca antes se había visto, posiblemente peor que la caída original de los gigantes.

Después de despedirse de Glamrauch, bajó a la base de la torre, a la sala de rituales donde todo estaba preparado, los materiales para el hechizo, el contenedor para su nuevo cuerpo, el circulo de protección y contención, solo faltaba tomar lugar en medio del circulo, y dejar la piedra del cambio encima del contenedor.

Comenzó los ensalmos y encantamientos necesarios, mientras fuera la tormenta descargaba su furia cada vez más cerca....


La noche cada vez parecía peor, por la tarde ya habían tenido una pelea con goblins, y ahora cuando ya estaban tranquilos en la posada, secos mientras la tormenta estaba descargando su furia contra Fallcliff, y ahora les llegaba el aviso de que la gente que estaba asegurando los barcos había desaparecido, y Jason no daba señales de vida.

Con una rápida orden mandó a Achiles que cogiese a Arya y la llevase a casa, la tormenta no parecia que fuese a arreciar en breve, y Arya odiaba estar sola desde la muerte de su madre. Argo y su hermano intentarían ocuparse del tema, al menos había que confirmar que los barcos estaban asegurados, y encontrar a la gente.

Se les unieron, Ellaria una vestal de Mithras a la que habían conocido, y ayudado aquella misma tarde, y una mercenaria llamada Amae Karen, con unas sorprendentes capacidades de combate, que era quien realmente había acabado con la mayoría de los goblins, así que su ayuda seguramente sería inestimable.

La tormenta empezaba a golpearles, así que se ataron para intentar no separarse, y aguantar mejor el temporal, pero de poco sirvió, cuando estaban llegando cerca de la costa, una ola les atrapó, y arrastró a Argo lejos del resto, en apariencia alguien había cortado la cuerda.

Cayó en un saliente de piedra antes de llegar al agua, y casi perdió el conocimiento, al lado de una cueva, y un estrecho pasaje que no le sonaba familiar, cerca del agua, pero lejos de sus compañeros.

La cueva parecía nueva fruto de un desprendimiento reciente, así que se quedó en la zona de la entrada para no mojarse, pero no arriesgarse a caer en un agujero que no viese, pero preocupado por su hermano y sus compañeras, alguien había cortado la cuerda, y seguramente estaría atacándoles, hasta que empezó a escuchar un ronco gruñido.

Con un solo movimiento fluido se giró con la lanza preparada para encontrarse en frente lo que parecían dos puntos de luz, que poco después a la luz de un rayo demostraron pertenecer a un enorme oso que estaba al fondo de la cueva.

Parece que el oso había decidido cubrirse en la misma cueva en la que Argo había caído, igual no fue buena idea después de todo bajar sin esperar refuerzos o encontrar a Jason.

Argo se encaró lentamente poniendo la lanza por delante, en un triste intento de mantener al oso a distancia, pero parecía que el cazador ahora era la presa de un depredador mucho mayor.

El oso se acercó lentamente gruñendo de forma ronca, mientras Argo se preparaba para recibir una embestida que parecía no llegar nunca. Un trueno resonó, y mientras Argo se distraía un instante, el oso aprovecho para arrancar la lanza de sus manos.

Sacó un cuchillo como buenamente pudo, un triste consuelo contra el enorme animal que estaba encima suyo, y que con un segundo ataque casi le arrancó el brazo izquierdo.

Trastabilló como pudo hasta la entrada de la cueva, con el oso siguiéndole de cerca, casi como si jugase con su comida, mientras la imagen de sus hijos empezó a aflorar en su mente.


Un gran destello iluminó la cueva al impactar un rayo en el cuerpo agonizante de Argo, paralizando la acción. El cuerpo del oso salió despedido al fondo de la cueva, mientras él salía despedido en sentido contrario, y con su último aliento vio una sombra que no debería de existir en lo alto de una colina, una majestuosa torre paralizada entre instantes de tiempo.
Entonces un gran destello seguido de un tremendo sonido interrumpió el encantamiento en uno de los momentos más críticos, y las leyes de la física se detuvieron un instante mientras decidían que sentido retomar, y decidieron plegarse a los deseos del mago, pero según su ropio capricho, y por un momento la torre impactada por el rayo desapareció de la existencia
Y cazador y mago se encontraron en el mismo espacio, y la magia cumplió su cometido, permitiendo el salto de la consciencia en el tiempo.

Por un momento se sintió pletórico de fuerzas, más joven, más vivo, pero empezó a notar el dolor en el brazo, y vio un oso cerca claramente asustado. Con una pequeña fracción de su poder puso al oso a dormir, y luego con un poco más de fuerzas mágicas regeneró su brazo. Miró a su alrededor, y no encontró los familiares muros de su torre, ni el paisaje de colinas al que estaba acostumbrado.

Algo había salido mal, pero a la vez todo parecía seguir su plan. Ahora podría disfrutar una vida nueva, sin necesidad de todos los libros, ni el estudio, pues lo recordaba todo, o eso creía...

Entonces recordó que sus compañeros estaban siendo atacados cerca de allí por un atacante desconocido.
Notaba como su poder estaba muy tocado por el uso de hechizos tan poderosos, pero aún le quedaba lo justo para acercarse hasta ellos y ayudarles.




domingo, 23 de noviembre de 2014

Amae Karen, conjunto de "Verano"

Os dejo un dibujo de Amae Karen entrenando, con las ropas propias de territorios calurosos.

Y tras pasar el proceso de coloreado:


Amae Karen

Mi nombre es Amae Karen, lo que en el idioma de los Genji significa "Piedra lisa". El porqué de la elección de ese nombre se lo deberéis preguntar a mi maestra, Khara, pues son éstos, los maestros Genji, los que otorgan un nuevo nombre a nuestros guerreros, o como es mi caso, a los iniciados.

Para nosotros los nombres son importantes, hablan de nosotros antes de que lleguemos, antes que nuestros actos. Y los grandes nombres son conocidos por todos los Genji, incluso por los bárbaros, y pasan de generación en generación como un gran legado. En cualquier caso, el mío significa firmeza y convicción, pero también incertidumbre. Una piedra puede convertirse en una útil herramienta, una letal arma, una exquisita obra de arte... o permanecer eternamente como un simple guijarro.

Es por eso que decidí, como muchos de los míos, a abandonar mi ciudad para llegar a convertirme en una gran mercenaria Genji y ganarme, si es mi destino, un nombre legendario. Descubriré mi verdadero potencial, tendré el honor de contribuir a la sustentación económica de mi ciudad y trataré de extender la gloria de mi pueblo por todo el mundo. Las palabras mercenario Genji deben ser sinónimos  “fuerza” y “honor”, asegurar el éxito en las empresas que emprendan nuestros patronos e inspirar temor en los corazones de nuestros enemigos.
 

martes, 25 de mayo de 2010

Origen de Thorcrim II

Pero no podía negarlo, aunque en parte se había callado por el qué dirán, el verdadero motivo era que, bueno, le daba muchísimo corte. Ella era una chica guapísima, extrovertida e inteligente, con toda una legión de tipos que darían un brazo por salir con ella y él era un gigantón desgarbado bastante tímido,despistado y algo solitario. Además, había que reconocer que tampoco es que fuera un genio de la ingeniería, precisamente. Aún así, eran buenos amigos. Era su mejor amiga, la única persona a la que se atrevía a confiarle casi todos sus secretos, pero era precisamente la posibilidad de fastidiar eso lo que más le asustaba.

Estaba nervioso sólo de pensarlo. Iba a necesitar unas cuantas copas para calmarse un poco y reunir el valor necesario. Igual debería invitarle a un par de copas también a ella para tranquilizarla un poco. A veces tenía un carácter de mil demonios. Bueno, más bien casi siempre, al menos durante un rato. Durante un tiempo había intentado tratarla según el protocolo nobiliario, pero cada vez que lo hacía se ponía hecha una furia, quedándose fría y distante. Por el contrario, cuando la tuteaba, a veces le echaba la bronca por ser tan descarado, pero se le pasaba el mal humor en seguida y pasaban el resto de la tarde charlando tan tranquilos.

Ser amigo, quizás el mejor amigo, de la chica que le gustaba distaba de ser todo ventajas. Podía ser bueno espantando moscones, pero a veces tenía la sensación de que Treia no le percibía como un hombre, como alguien que podría desearla. A veces se sentía como una mascota, dulce y adorable, pero que ni loca se llevaría a la cama. Todo se parecía demasiado a aquel monólogo satírico que un comediante había contado en cierta ocasión. La que terminaba con “Así que si hay una extinción masiva y quedas como el último hombre sobre la faz de la Tierra, quizás, sólo quizás, puedas mojar…”. No era lo que se decía una gran perspectiva, y menos porque distaba mucho de ser el único hombre, no sólo sobre la faz de la Tierra, sino de la vida de Treia.

El peor era ese tipejo, Grougan. Para Thorcrim no era más que un pretencioso embustero enamorado de sí mismo, pero para la mayor parte de la gente era un joven noble, valiente, guapo y encantador, y tan rico que podría perder una bolsa de oro cada día de su vida y poder morir anciano estando aún forrado. Era un guerrero experimentado, que había salido un par de veces de aventuras y había ido a la guerra, y para muchas era el soltero más codiciado de Kazak Monk. A Thorcrim le hervía la sangre cada vez que le veía cortejando a Treia, sobre todo porque ella aceptaba de buen grado sus atenciones.

Aunque nunca le había caído bien, no había estado seguro de que no era más que un farsante hasta hacía unos meses atrás, cuando le había tocado reparar su coraza después de unas incursiones. Sus compañeros y él le habían contado a todo aquel que estuviera dispuesto a oírles toda una serie de fantásticas aventuras que habían culminado enfrentándose a toda una banda de trolls. Mientras media ciudad escuchaba sus historias, Grumry le había encargado que recompusiera armadura del joven noble, una excepcional coraza completa, forjada por el propio Grumry tiempo atrás, que estaba bastante dañada. Thorcrim jamás había trabajado en una pieza de esa calidad y complejidad. Recordó haberse preguntado cómo demonios se las iba a apañar para dejarla como nueva. Como si pudiera leerle el pensamiento, Grumry le había dichocon esa voz pausada y grave: “Observa la pieza y concéntrate en ella y te dirá todo lo que necesitas saber, y algunas cosas más.”

miércoles, 19 de mayo de 2010

Origen de Thorcim

Era el final del verano en las montañas de Kazak-Monk, lo cual implicaba fiesta. La fiesta de la cosecha y la vendimia era un gran momento para todos los enanos, especialmente para los jóvenes, y muy especialmente para los que aún no tenían pareja estable. La potente cerveza enana corría en abundancia en ese tipo de fiestas, y las habituales inhibiciones se tendían a relajar un poco.

Thorcrim no tenía pareja estable. Bueno, en realidad tampoco tenía pareja inestable. Ni un mal ligue pasajero, ni nada de nada. Aquella podía ser una buena ocasión de cambiar un poco las cosas.

Podía ser una buena ocasión para confesarle a Treia que le gustaba. Conocía a aquella pelirroja desde que eran niños, cuando llevaba unas ridículas coletitas, tenía la cara llena de pecas y los paletos algo separados. Claro que desde entonces se había convertido en toda una mujer. Una muy hermosa, por cierto. Mientras que él se había convertido en un aprendiz de armero.

No era que no estuviera contento con su puesto. De hecho, convertirse en el aprendiz del maestro Grumry había sido un gran avance para él. Si no se habría convertido en cavador, como lo había sido su padre, y el padre de su padre, y el padre del padre de su padre, etcétera. En definitiva, estaría en lo más bajo de la sociedad enana, por no hablar de que seguiría teniendo que compartir cuarto con sus seis hermanos, y el aseo con sus cuatro hermanas además. Lo malo de ser uno de los medianos en una familia tan numerosa era que nadie solía hacerle demasiado caso. El maestro Grumry no es que fuera un manantial exuberante de cariño y afecto, la verdad es que casi ninguno de su raza lo era, pero se preocupaba por él, y Thorcrim le apreciaba de veras aunque fuera un maestro bastante exigente. Consideraba que era lo más parecido a un padre que había tenido en su vida. Bastante más parecido que su verdadero padre, ya puestos.

El problema era que un aprendiz de armero no era tampoco lo que se dice suficiente para codearse con la nobleza, y Treia era de buena familia. Realmente no sabía de cual, siempre había sido muy reservada sobre ese tema, pero tampoco había que ser un experto en moda para saber que las botas que llevaba un día cualquiera costaban más que todo el vestuario de Throcrim, probablemente incluyendo el valor del baúl donde lo guardaba. Y eso que no era en absoluto ostentosa, al menos al compararla con algunos de sus amigos.

Ahí estaba el problema. Entre los enanos, pretender salir con alguien de una posición más elevada era cuando menos mal visto. Y si se trataba de alguien con una posición mucho más elevada… bueno, era algo que muchos encontraban directamente inaceptable. Pero era lo que había. Llevaba callándose mucho tiempo.

martes, 4 de mayo de 2010

Alas de dragón IX

IX
La aparición de aquella extraña flota había ensombrecido el ánimo de todos. Aún antes de que Xhaena se lo confirmara, Thorcrim había sospechado que había algo antinatural en aquellos barcos voladores. Bueno, algo aún más antinatural que las estrafalarias invenciones de gnomos chiflados que solían ser aquellas cosas. Se movían casi como seres vivos. Como si algo que no terminara de ser de este mundo los animara. E incluso desde la distancia, pudo apreciar que la madera con la que estaban construidos tenía un aspecto oscuro y brillante. Aquellos barcos estaban recién construidos. Todos ellos.

La sabia druida les había dicho que tenía noticias de una extraña actividad de tropas de Alexandria al sur, cerca de un pueblecito en medio de ninguna parte llamado Homlet. Ignoraba de qué se trataba exactamente, pero sospechaba que tenía algo que ver con la misteriosa aparición de aquellos barcos, aparentemente surgidos de la nada. Aquella información podía evitar que la bola de grasa que era la reina Zane pusiera sus rechonchos dedos sobre Sanlhoria, así que sin pensárselo dos veces, se dirigieron a aquel lugar del que nunca antes habían oído hablar. El joven enano no quería ver una guerra. Era muy poco probable que aquel conflicto entre humanos tuviera alguna repercusión seria en los profundos salones enanos bajo las montañas, pero aún así, una gran guerra nunca era una buena noticia. Muchas vidas iban a perderse en vano por la ambición de aquella reina chiflada.

El caso era que partieron hacia el sur, abriéndose paso a través de bandidos y todo tipo de seres desagradables, sobre todo unos humanoides reptilianos con un olor realmente nauseabundo, llamados trogloditas, que acechaban los caminos entre las montañas. Por fortuna, estaban bastante mejor equipados que la otra vez para soportar los rigores del camino. La mayor parte de ellos lucían armaduras nuevas y armas de mejor calidad. Él mismo había adquirido una coraza de bandas de acero y había comenzado a usar un hacha pesada, típica de los guerreros de su raza.

Aunque tampoco todo fue tan malo, ya que coincidieron en el camino con una caravana de feriantes. Gente interesante, que agradecieron poder contar con su protección en esos caminos tan peligrosos, y a cambio les dieron una amena fiesta cuando sus caminos se separaron. Hubo de música, baile y bebida en abundancia, aunque algo floja para su gusto. Al final, hasta Denay se animó a sacar a bailar a la elfa, y todo. No estuvo del todo mal.

Al día siguiente, llegaron a uno de esos lugares que servían como descanso en los caminos, con posada, taberna, establos, y hasta un pequeño templete. El primer signo de civilización que habían visto en cuatro días. Como una polilla hacia una vela, el enano se dirigió a la taberna. El antro en cuestión se parecía a muchas otras que había visto, algo sucia y maloliente y bastante ruidosa. Lo que diferenciaba aquel lugar de otros que había visto era que el centro de buena parte del barullo era una mujer humana, joven, delgaducha y pelirroja, vestida con un estrafalario conjunto rosa y una capa azul. Junto a ella, sobre su mesa, había unas cuantas jarras de cerveza vacías, y enfrente un tipo enorme que también se había bebido lo suyo, y probablemente lo de alguien más también. Para sorpresa de Thorcrim, la chica y el hombretón comenzaron a echar un pulso. El ruido se hizo ensordecedor, mientras que la concurrencia animaba a uno u otro y se cruzaban apuestas. De repente se hizo el silencio, cuando la pelirroja ganó.

Aquello era increíble. El brazo de la chica no tendría ni la mitad de grosor que el de su oponente. De acuerdo que el otro tipo parecía estar bastante borracho, mientras que a ella apenas parecían haberle afectado las cervezas, pero aún así era increíble.

La joven se puso a recoger las ganancias de las apuestas con gesto desenfadado, ante las miradas iracundas de los perdedores, que se estarían preguntando dónde estaba el truco. Aquella chica debía de ser muy valiente, muy estúpida, valientemente estúpida o estúpidamente valiente, Thorcrim no supo exactamente qué opinar. Aunque parecía estar un poco loca, en cierto modo le recordaba a Treia, su amiga de toda la vida. No es que se parecieran físicamente, más allá de que las dos eran pelirrojas, ni tampoco se comportaran de forma parecida, aunque las dos tenían una expresión de confianza en sí mismas. En cualquier caso, le cayó bien, así que se presentó y se sentó a la mesa con ella. Ella se presentó como Daphne, pidió un par de cervezas a la camarera, y le desafió a otro pulso.

En esas estaban cuando se oyó un jaleo de mil demonios afuera. Thorcrim apuró su cerveza de un sorbo y salió a ver qué pasaba, seguido de Daphne, que llevaba su cerveza consigo. En el exterior había siete hombres, altos, rubios, fuertes y armados hasta los dientes, en torno a otro hombre, de mayor edad, con un puñal clavado en el pecho, muerto. Bárbaros. Salvajes de los páramos. Kehays, en definitiva. Cuatro de los hombres habían rodeado a Garret, al que amenazaban con sus armas. Le acusaban de haber asesinado al hombre muerto, y decían algo acerca de que uno de ellos había visto a un hombre con una capucha de lobo haber apuñalado a su compañero. A todo esto se adelantó Denay, que intentó razonar con sus congéneres, diciendo que el asesino debía de haber sido otro tipo, aunque los otros no parecían muy dispuestos a creerle. Tampoco es que los tipos con capucha de piel de lobo fueran tan comunes.

Viendo que la conversación no iba a ninguna parte, Denay propinó un brutal puñetazo a su paisano que le derribó al suelo. El silbido del acero saliendo de su funda sonó por doquier. Alta diplomacia kehay en acción. Malditos fueran aquellos salvajes, pero que le ahorcaran si no se unía al combate.