miércoles, 14 de abril de 2010

La justicia de Hextor II

Procedió a leer los cargos:

-“Se te acusa de haber fracasado en tu deber ante Hextor y ante tu señor.”-Se tomó unos instantes para que calara la acusación-“Se te acusa de no haber pagado tu tributo a esta capilla.”-Otra pausa. Aquellos eran los dos cargos que se les había atribuido a los demás. Era el momento del golpe teatral, así que continuó diciendo. –“Se te acusa de haber ROBADO el tributo de Hextor para tus propios fines.”

La multitud, que hasta entonces había guardado completo silencio, no pudo reprimir un gemido de sorpresa y temor. El robo a un templo se consideraba uno de los peores delitos, y la crueldad de su castigo sólo estaba limitada por la imaginación y el sadismo del álastor encargado de juzgarlo.

-“Sin embargo, existe la posibilidad de que tu evidente fracaso se deba a que Hextor te haya concedido tantos hijos sanos.”-Nuevamente cogió por sorpresa a los presentes. No era nada común que un álastor admitiera ningún tipo de atenuante. –“Deberías sentirte honrado por ello, pero es igualmente evidente que tus compromisos exceden tu pobre capacidad. Por ello, y en nombre de Hextor, reclamo para él lo que es suyo. Uno de tus hijos mayores se convertirá en propiedad de esta capilla. A ti se te aplicarán cien latigazos como castigo por tu fracaso.”

El hombre abrió los ojos desmesuradamente y se puso pálido como el pergamino. Jacob no deseaba quedarse con el hijo mayor, la opción más obvia para la mayoría dada su excelente condición física. Parecía demasiado estúpido para ser cualquier cosa que no fuera campesino o carne de cañón para la batalla, pero no en un verdadero guerrero, y ya era casi un hombre, lo cual le hacía menos moldeable. Quería quedarse con la niña, obviamente más avispada, y lo suficientemente joven para convertirla en lo que fuera con un poco de paciencia. Aún así, decidió arriesgarse a darle a elegir al padre entre su hijo y su hija mayor. Lo cierto es que tampoco era un gran riesgo, el muchacho ya era casi un hombre, que haría el trabajo de un adulto, quizás más que el de uno, y en un año o poco más abandonaría la familia para fundar la suya propia, mientras que la chiquilla estaba en esa época complicada en la que comía como un adulto pero no podía trabajar como tal.

Tal y como era de esperar, el hombre eligió a la joven, en voz tan baja que apenas se escuchó. Sin alterar ni un instante su tono de voz, Jacob le hizo repetir su decisión de modo que todos los presentes pudieran oírla. El ya de por sí opresivo silencio que reinaba en el templo pareció hacerse más intenso, como si todos tuvieran algo que decir pero nadie osara hacerlo. El padre sabía que estaba condenando a su hija a la muerte, pocos sobrevivían más de un par de años como esclavos de Hextor. La made también lo sabía, pero aunque tenía los ojos llenos de lágrimas, sabía que era la mejor opción para el resto de la familia. La niña también lo sabía, y por ello jamás les perdonaría. Jacob Kane también sabía eso, por eso había dado elección al padre. Por lo que respectaba a la muchacha ella ya no tenía una familia. Lo que ella no sabía era que la iba a tener, una más grande, más fuerte y más unida de lo que la había tenido nunca.
Al finalizar el día tenía cinco esclavos, y había un hombre había sido ejecutado. Se trataba del quinto de la lista, un hombre de treinta y pocos años, casado con una jovencita. Aunque sus tierras no eran buenas, Jacob sospechaba que la importante cantidad que adeudaba sólo podía deberse a un descarado escamoteo, seguramente intentando ahorrar una suma suficiente para huir a otro lugar. Probablemente había cometido el grave error de subestimar al nuevo álastor. Su final sería un ejemplo para que otros no cometiesen el mismo error. Jacob sólo lamentaba no haber dispuesto de un verdugo habilidoso para administrar el castigo, ser ahorcado con sus propias tripas. Aunque Luca se había empleado con notable entusiasmo, lo cierto era que aquel criminal se había escapado con apenas quince minutos de tormento. Un verdadero verdugo podría haberlo prolongado durante horas. En cierta ocasión había visto un hombre desollado en vida que había sobrevivido durante todo un día antes de desangrarse. De todos modos, el cadáver de aquel desgraciado colgaría durante un par de semanas siendo pasto de los cuervos, como recordatorio para el resto. De los cinco esclavos que había cosechado, dos hombres jóvenes y en un estado de salud aceptable serían enviados al templo madre como parte del tributo, que de esa manera quedaría sobradamente cubierto, y uno, la esposa del hombre ejecutado, permanecería el resto de su vida como esclava de la capilla. No se trataba de una mujer especialmente hermosa, pero tampoco era fea, por lo que los soldados de la guardia se alegrarían de contar con sus amables servicios. Era una lástima que aquel lamentable grupo de soldados que conformaban su guardia estuviera tan dominado por sus instintos más básicos, pero a fin de cuentas, el que quiera tener perros tiene que arrojarles un hueso de vez en cuando.

Para muchos clérigos, donar esclavos como parte del tributo era una medida desesperada, ya que al reducir la población bajo su control, se reducía su poder. Sin embargo, Jacob se había dado cuenta de que aquella malicienta tierra estaba alimentando demasiadas bocas, así que hasta que los campesinos no se recuperaran un poco y las cosechas mejorasen con su renovado trabajo, no podría soportar a más gente. Además, las tierras del hombre ejecutado se repartirían entre siervos más honrados y trabajadores, por lo que tampoco se le echaría de menos.

De todos modos, estaba más interesado en los otros dos esclavos, la chiquilla y un muchacho que también parecía prometedor. Ambos permanecerían un mes entre los esclavos, y si lograban sobrevivir y conservar la cordura, los convertiría en siervos del templo bajo su control personal, al igual que tres jóvenes que ya había comenzado a adiestrar. Con el tiempo aprenderían a respetarle de un modo que jamás habían respetado a sus padres, a luchar, a ser valientes, a sentirse superiores a la masa e campesinos y cual era su lugar en la Iglesia de Hextor. No era un ejército, pero era un comienzo. Y Jacob era un hombre paciente…

3 comentarios:

  1. Creo que Medrash se alegra de no haber podido ser el capitán de la guardia. ¡Menuda panda de desgarramantas! Estoy seguro que ante la falta de féminas les hubiera valido hasta una hiena del desierto para apaciguar sus instintos... ¬¬

    En cualquier caso, Kane se merece un puesto de honor por ser despreciable y admirable al mismo tiempo :P

    Un abrazo!

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  2. Qué cosas más bonitas que me dices. Además, se agradecen todos tus comentarios, que hacen que sienta que toodo esto sirva para algo. A Medrash, Kane le volverá a ofrecer el puesto en cuanto quede vacante, a ser posible, por defunción de su predecesor.

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  3. Huy huy huy... miedo me da este jacob, mucho más maquiavélico de lo que ya pensábamos (y no pensábamos demasiado bien de él). Lo veo montando triadas, como los chinos. Muy interesante lo que se cuece dentro de esa reluciente cabeza... (me empieza a recordar a un personaje de la iglesia de Ohm).

    Kurt

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