sábado, 27 de febrero de 2010

El sueño de Kayrion XI

El paladín entró finalmente en la habitación, que estaba en la penumbra. Allí estaba Janice, sentada sobre su cama, con su cachorrito al lado. El aspecto de la pequeña había cambiado bastante desde hacía unos pocos minutos. Su madre la había lavado y peinado con esmero, y se había cambiado la ropa. Ahora llevaba un sencillo vestido azul claro. Por primera vez pudo ver las orejas apuntadas que antes había ocultado su desordenada cabellera, que denotaban una parte de sangre élfica. Se alegró que la niña hubiese resultado ser semielfa, sobre todo por Dannelle. Sin importar todo lo malo que hubiese podido hacer, habría sido inhumano desearle a una madre ver envejecer y morir a su hija mientras ella permanecía joven. Janice tenía una expresión hosca en la cara, mitad desagrado por volverle a ver y mitad dolor contenido. Su pie derecho estaba vendado.

Ante el silencio del paladín, fue la niña la comenzó a hablar.
-“Mamá me ha dicho que tú eres bueno, y que no estabas aquí con nosotras porque estabas haciendo cosas muy importantes y por su culpa y que tú no eres malo y que me quieres mucho y que no te vas a ir. Dice que pasó una cosa muy complicada pero que no fue culpa tuya. ¿Eso es verdad?”

-“Sí, es verdad. Pero tranquila, que todo eso ya pasó. Te prometo que ahora me quedaré aquí contigo y con tu madre.”- aún se le hacía muy difícil pensar en Dannelle en esos términos.

-“Pues yo no me lo creo. Seguro que no es culpa de mamá. Seguro. Ella es muy buena conmigo y seguro que también era muy buena contigo. Seguro que es todo culpa tuya. Y que conste que yo no he pedido que te quedes. Y seguro que me lo ha dicho para que no me enfade contigo, porque me ha dicho que no tengo que enfadarme contigo porque eres mi papá y no tengo que enfadarme contigo. Pero mi mamá nunca dice mentiras.”- su furiosa expresión se difuminó un poco-“Bueno, menos cuando dice que las espinacas están muy ricas y que me sientan muy bien. Pero en lo demás siempre me dice la verdad. Menos cuando no me quiere decir las cosas. ¿No la habrás obligado a decirme eso, verdad?”

-“Te prometo que no le he obligado a decir nada. Y bueno, no fue sólo culpa suya, yo también tuve mi parte de responsabilidad en todo eso, pero todo lo demás es verdad. Sí, es cierto que es algo muy complicado.”- dudó que más decir durante un instante. Después decidió cambiar de tema.-“Bueno, creo que será mejor que veamos ese pie.”

-“Pues yo no necesito que me mires el pie, seguro que no. Mamá me lo puede curar, seguro, pero me ha dicho que te deje porque tú puedes curarlo mejor. Seguro que no, pero vale, porque mamá me lo ha dicho, que si no, no te dejo…”

Kayrion retiró con mucho cuidado la venda y examinó el piececito herido. Tres de los dedos se estaban amoratando, y dos de las uñas estaban rotas. Su madre le había puesto algún tipo de ungüento, algo élfico a juzgar por el olor a hojas frescas que desprendía. Palpó los deditos con mucho cuidado. Efectivamente, el dedo pulgar estaba roto, y era posible que el índice tuviese alguna fisura. Comprobó que la fractura estaba correctamente alineada, seguramente obra de Dannelle, que no había querido que la relación entre Janice y el paladín no empeorara aún más dejándole realizar esa sencilla pero dolorosa operación. Durante todo el proceso Jani intentó ocultar el dolor que sentía, pero no pudo reprimir una mueca y que un lagrimón se le escapara. Además apretó a Pip sobre su pecho con tanta fuerza que el animal soltó un gemido hasta que la niña volvió a aflojar. Kayrion puso la mano sobre el pie de su hija, cerró los ojos y susurró una breve plegaria. Aunque aquello no era demasiado para emplear su don de la curación, nunca estaba de más no dar por supuestos los dones otorgados por los dioses. Se concentró durante un instante y dejó que la energía positiva fluyera a través de él para que curara las heridas de Janice en medio de un leve resplandor. Cuando retiró las manos el pie estaba en perfectas condiciones, e incluso los raspones que Jani tenía en codos y rodillas habían desaparecido.

La niña abrió mucho los ojos-“Vaaaaayaaaaa… eso ha sido como magia. Pero no ha sido como la magia. Bueno, como la magia que hace el novio de mi tía Val. Bueno, mi tía Val tiene un novio, pero no habla mucho. Se llama Barret o algo así. No es que parezca muy listo y está siempre en las nubes, pero se porta bien conmigo y mi tía Val le quiere mucho. Igual hasta se casan algún día de estos. ¿Tú conoces a mi tía Val? Bueno, pues Garret también hace magia y también te cura, pero mola más que lo que has hecho tú. Bueno, a él no le salen lucecitas y no se nota ese calorcito. También te cura, pero no mola tanto…”

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