miércoles, 3 de junio de 2015

Crónicas de Ocaso IV: Karaya y el Bosque Brillo

Después de la dura derrota, y nuestra dolorosa esclavitud, una violenta liberación, y un accidentado viaje en barco, tras una larga semana a la deriva, y con el barco en malas condiciones, gracias a la diosa, conseguimos divisar costa, y si nuestros cálculos eran correctos, lejos de la Bahía de los Esclavos. Calculábamos que la habíamos esquivado de forma segura. Con un poco de suerte, por fin un lugar donde descansar un poco y tomar perspectiva de la situación, algo que me vendría bien. 
El viaje había sido en gran parte tranquilo y sin incidentes aparte de la liberación y el combate con los Sahuagin, pero el ambiente en el barco era ya opresivo durante la esclavitud, y durante nuestro trayecto, y aunque felices al principio, el ambiente se tornó opresivo a medida que se alargaba la travesía. Además me sentía desconectado de mi peregrinación, como si me hubiesen arrancado de mi camino, y no supiese como encontrar nuevamente mi destino.
Primero desembarcamos cuatro (Hadrian, Elodrin, Thrain y yo), para comprobar que el pueblo era amigable, y para dejar a los habitantes tranquilos acerca de nuestras intenciones, pues lo que se acercaba a su puerto era en apariencia un barco esclavista. Una vez que comprobamos que el puerto era seguro, y ellos que nosotros no suponíamos un ataque, amarramos el barco en el puerto con un poco de ayuda local, y desembarcaron el resto de los esclavos. Habíamos llegado a Karaya, un pueblo en medio de la nada conocida como las Tierras sin Rey.
Fuimos recibidos al principio con desconfianza (normal dado nuestro medio de transporte), pero una vez que vieron que todos éramos esclavos fugados, y que en general los demás relataban que habíamos luchado valientemente por la libertad del barco (especialmente Elodrin y Hadrian), pasamos a ser bastante bien recibidos por las autoridades locales. Incluyendo una audiencia con Peeta, el alcalde de la ciudad, que nos dio la bienvenida oficial al pueblo, y elogió nuestra fuga. Poco después, fuimos acomodados por el que parece ser su mano derecha, Ka'os, un halfling muy despierto que parece estar al tanto de todo lo que pasa en la ciudad, y encantado de recibir visitas amistosas.
Cuando aún no nos habíamos terminado de acomodar en la población, y estábamos empezando a planear que hacer con nuestra recién recuperada libertad, Jonas, que tan buena compañía fue durante la esclavitud, y que en gran parte fue el motivo de nuestra liberación, desarrolló una extraña enfermedad.
Extrañas manchas le cubrían la piel, una alta fiebre y debilidad en general, y no fuimos capaces de curarle por los medios a nuestro alcance, ni medicina ni magia. Por lo que oímos, se trataba de una enfermedad que estaba azotando el pueblo desde hacia unos días, así que nos interesamos por el origen de ésta, preguntando entre los habitantes de Karaya, y a los sacerdotes locales, con la esperanza de encontrar una cura para nuestro amigo.
En el pueblo escuchamos el rumor de que podría ser culpa de una hechicera que vive en el bosque cercano, Morrigan. Su nombre despierta miedo y enemistad a partes iguales por parte de los habitantes del pueblo, con unas pocas excepciones que la consideran alguien simplemente preocupada en sus propios intereses, que incluso en ocasiones ha ayudado a los habitantes del pueblo.
Decidimos entre los tres, Thrain, Elodrin, y yo, que si existía alguna posibilidad de curar a nuestro amigo, o de conseguir información acerca de una cura, merecía la pena el viajar a hacerle una visita y preguntar. Hadrian parecía más de la idea de que su acuerdo con Elodrin había acabado, y por tanto no iba a acompañarnos.
Como apenas teníamos equipo en condiciones, ya que los esclavistas nos habían despojado de todas nuestras pertenencias a Thrain y a mí antes de embarcarnos, y nos llegó información de que el bosque no era un lugar especialmente seguro, nos equipamos en las tiendas locales.
Finalmente, para algunos elementos más específicos o infrecuentes, nos indicaron que nos dirigiésemos a Flinn, un mercader ambulante que suele visitar varias aldeas de la zona. Este, además de ayudarnos a conseguir aquello que nos faltaba, nos confirmó que la epidemia parece centrada en el bosque Brillo, en el que vive Morrigan, afectando por el momento solo a Karaya y a otro pueblo situado al otro lado del bosque.
Una vez equipados para nuestro viaje, y con algunos avisos acerca de que tuviésemos cuidado con los centauros del bosque, e indicaciones de como encontrar la cabaña de Morrigan, descansamos aquella noche.
Antes de ir a dormir, me dirigí a una pequeña capilla en honor a Ayailla que había cerca de los muros. Una hermana gris, Elise, atendía la capilla, y a los necesitados de sus servicios en el pueblo. Se extrañó mucho de verme orar a la diosa, normalmente los jóvenes no suelen orientarse hacia Ayailla, ya que suele ser más el consuelo para mayores y enfermos. Y cuando me presenté como elegido de nuestra diosa, se sorprendió aún más.
Estuvimos hablando un rato, parecía contenta de que Ayailla hubiese nombrado un nuevo elegido, y más aún de haberlo conocido. Debió darse cuenta de mis dudas internas, porque intentó animarme 
-Si la diosa te ha elegido, es que tienes un gran destino que cumplir. Seguro que lo harás bien, Ayailla no toma decisiones a la ligera.
Ojalá tuviese yo tanta fe en mi capacidad.
A la mañana siguiente, cuando partimos al amanecer, Hadrian se nos juntó a las afueras del pueblo, refunfuñando algo acerca de que no le preguntásemos al respecto...
Partimos hacia el bosque, atravesando unas llanuras bastante áridas, y a media mañana llegamos a la linde del bosque, y al poco de adentrarnos en este, vimos una bifurcación en el camino. La tomamos en sentido oeste, hacia las colinas, donde nos habían indicado que se encontraba la cabaña de Morrigan, y nos adentramos en una zona de bosque cubierto por una espesa niebla. Estuvimos andando un buen rato, sumergiéndonos cada vez en una niebla mas densa, y para cuando creímos llegar a una zona más clara al pie de las colinas, nos encontrarnos con la misma bifurcación. Parece que el bosque mismo está encantado, o que Morrigan no quiere que la encuentren.
Al segundo intento, ya conscientes de que podríamos estar sufriendo algún tipo de distracción mágica, avanzamos de forma más cuidadosa, y Aaron se dio cuenta de que el resto del grupo parecía andar desviándose hacia la izquierda. Los demás le hicieron caso, y le dejaron guiar el paso, y a los pocos minutos consiguieron salir de la densa niebla, esta vez más cerca de su destino, delante de un cañón
Cuando avanzábamos hacia este, vimos unas extrañas sombras en el suelo, parecidas a mujeres, y cuando nos giramos para ver de quien provenía vimos a dos extrañas criaturas, mitad ciervo mitad águila que estaban cargando contra nosotros. El combate fue rápido, y un par de miembros del grupo quedaron bastante malheridos por las cargas de los extraños seres, pero conseguimos matar a uno de ellos, mientras que el segundo, cuando estaba preparándose para realizar una última carga contra nosotros, fue hechizado por Elodrin y cayó dormido en lo alto del cañón. No sabemos si sobrevivió al golpe, pero no volvimos a encontrarnos con él.
Poco después, ya cerca de nuestro destino nos encontramos una gruesa fila de árboles, imposible de traspasar, y al lado del camino, un extraño arbusto con forma de mano. Tras pensarlo un poco, y hacer un par de comprobaciones, nos dimos cuenta de que era una prueba de nuestras intenciones, Morrigan exigía que nos presentásemos desarmados, y a pesar de que no estábamos muy contentos con la idea de quedarnos nuevamente indefensos, habíamos venido para dialogar, así que tenía sentido que nos presentásemos de la forma menos amenazadora posible. Dejamos las armas en el extraño arbusto, y los árboles se separaron dejándonos acceder a un claro poco más adelante donde se encontraba una cabaña rodeada de cuervos, ¿una buena señal tal vez?
Entramos en la cabaña, donde al poco apareció Morrigan, con una actitud descarada y provocadora, a veces parecía tentarnos a desafiarla, aunque en ocasiones la tentación parecía en otro sentido. Realizó unas cuantas apreciaciones de mis compañeros, como si les estuviese esperando, como si conociese los auténticos motivos que tenían para estar allí, como si ya supiese cual era su destino, pero cuando me tocó el turno se quedó simplemente extrañada de que yo estuviese presente, e hizo un comentario acerca de mi juventud.
Poco a poco nos indicó que ella no era la causante de la enfermedad, no por falta de capacidad, por supuesto, sino porque no tenía nada que ganar con algo así. El origen es un mal muy antiguo, un mal que había sido desterrado hace mucho tiempo, pero que poco antes de la luna de sangre había encontrado grietas por las que filtrarse de vuelta, por las cuales escapar de su merecido encierro.
Bajo el árbol corazón del bosque Brillo se encuentra un manantial, una fuente con la capacidad de otorgar visiones a quienes beben de sus aguas, y en la fuente se hallaba una de las grietas. Ese mal era estaba contaminando el bosque entero desde su corazón, y era el origen de la enfermedad que se propagaba por las aguas que vertía la fuente en los arroyos que fluían por los alrededores. Si queríamos encontrar una cura para nuestro amigo, tendríamos que ir hasta el corazón del bosque, luchar contra aquello que estaba corrompiéndolo, y purificar la fuente.
Nos alejamos en buenos términos con Morrigan, que nos dio indicaciones claras de como llegar hasta nuestro objetivo, y tranquilizándonos acerca de que no nos intentaría perder nuevamente. Debíamos seguir por el camino que atravesaba el bosque donde nos habíamos desviado aquella mañana hasta llegar a un río, y después seguir el río hasta su origen, hasta el centro del bosque..
Desandamos el camino, recuperando nuestras armas poco antes del cañón, y no tuvimos ningún percance con nieblas o sombras amenazadoras desde el cielo. Pasada la bifurcación, mientras seguíamos adentrándonos en el bosque, comenzamos a encontrar una zona llena de telarañas a uno de los lados del camino, y poco después comenzamos a escuchar unos sonidos lastimeros de algún animal, un perro o un lobo provenientes del corazón de la zona infestada.
Al final, Elodrin notó una especie de perturbación, de necesidad, y nos convenció para intentar salvar al animal. Nos enfrentamos contra unas arañas gigantes, de forma más o menos sencilla gracias a un truco empleado por Elodrin, y a continuación, adentrándonos más en la zona de las telarañas, cerca de los aullidos con un grupo de Ettercaps.
Los vencimos, casi por los pelos, y Elodrin encontró entre varios capullos con cadáveres, uno especialmente grande del que venían los gemidos. Lo abrió para ver como un enorme lobo gris cubierto de runas brillantes salía rugiendo. El lobo se paró un momento delante de Elodrin, toco su mano, y desapareció en medio de un aullido, dejando una marca en la mano de Elodrin. Los Ettercaps habían atrapado a un espíritu, y este le había dejado a Elodrin un regalo por liberarlo, una runa mágica que permitiría invocarle para que nos ayudase.
Continuamos por el camino, y nos encontramos con un árbol gigante, bastante tenebroso, lleno de lo que parecía cuerpos o restos de gnomos colgando de muchas de las ramas, situado en el centro del camino, y desde el cual empezó a hablarnos una dríade, Nethyriss. Parecía que la dríade estaba desquiciada, por lo que estaba afectando al bosque y en medio de la conversación nos atacó con ayuda de otros seres planta que se estaban escondiendo en los árboles de la linde. Comenzó una rápida lucha, que se decantó fácilmente en nuestro sentido cuando Elodrin utilizó la runa mágica que acababa de conseguir para invocar al espíritu.
Tras el combate con la dríade continuamos adentrándonos en el bosque, hasta que cuando empezaba a oscurecer, vimos cerca del camino una cabaña abandonada. Decidimos acampar en esta para pasar la noche, ya que no queríamos llegar a nuestro destino a media noche, pues la mitad del grupo no veíamos especialmente bien por la noche.
Mientras estábamos acercándonos a la cabaña, escuchamos un extraño ruido detrás nuestro, y cuando nos giramos, fuimos asaltados por un par de Oso-búhos. Corrimos a cubrirnos en la cabaña, para defendernos desde dentro, pues los enormes seres se verían más limitados en un sitio cerrado. Conseguimos abatirlos, aunque la cabaña quedó en bastante mal estado, en parte a que una de las criaturas atravesó la pared para entrar. Tras una rápida exploración de la cabaña, conseguimos descansar a cubierto tras el duro día.
Dentro de la cabaña, al realizar una rápida búsqueda, encontramos algunas cartas del que debía ser del guardabosques. Parecían cartas de amor a la dríade con la cual nos habíamos enfrentado poco antes, pero la ausencia de rastros del guardabosques en la cabaña no daba buenos augurios acerca de lo que podía haberle pasado.
Al día siguiente continuamos por el camino hasta encontrar un árbol tirado sobre la senda, nos pusimos rápidamente en guardia temiendo una emboscada, y desgraciadamente nuestra reacción fue la correcta, dos centauros nos atacaron, uno desde un lateral, y el segundo cargando directamente por detrás nuestro. Tras un duro combate, conseguimos deshacernos del primero, pero antes de acabar con el segundo, este hizo sonar un cuerno que llevaba, y que fue respondido por otros cercanos.
Nos escondimos como buenamente pudimos, para ser acechados poco después por otros tres centauros, uno de ellos un enorme guerrero, otro en apariencia un adepto, y la tercera, una arquera. Elodrin, mediante un curioso hechizo, consiguió que el enorme guerrero estuviese riéndose gran parte del combate, lo que nos permitió acabar con los centauros por separado. Por suerte, porque los tres a la vez habrían sido sin duda más de lo que podíamos manejar.
Escuchamos más cuernos por la zona en respuesta al llamado del primer grupo, pero no estábamos en condiciones de luchar contra más centauros de la tribu. Hadrian empleó sus habilidades para permitir que nos desplazásemos de forma silenciosa y sin dejar rastro por el bosque, hasta escondernos entre las raíces de un árbol especialmente grande, en donde nos refugiamos hasta que dejamos de escuchar a los centauros por la zona.
Con la tranquilidad de haber despistado a nuestros perseguidores, seguimos el camino hasta el punto en que se cruza con el río, pero nos encontramos con un par de centauros vigilando la zona, y el puente sobre el río destruido. Observamos como seguían su patrulla, y viendo que el agua parecía infectada, con reflejos de color antinatural, cruzamos creando un puente improvisado.
Seguimos río arriba hasta llegar al origen, el enorme árbol corazón en medio de un claro. El antaño radiante corazón del bosque se encontraba marchito y retorcido, el claro cubierto de hierbas pajizas, los árboles que rodeaban la zona podridos y sin hojas, y las aguas turbias que generaban el arroyo salían entre sus raíces ya contaminadas.
Cuando nos acercamos a las raíces sigilosamente, escuchamos un gruñido felino a nuestra espalda, y vimos dos enormes panteras acercándose entre las copas vacías de los árboles. Cuando llegaron al claro, en medio de un rugido vimos como les salían nuevas patas, y unos extraños tentáculos de su espalda. La corrupción del corazón del bosque parecía terminal, si se estaban creando criaturas de pesadilla como estas ante nuestros ojos.
Combatimos con las criaturas, y nuevamente Elodrin invocó al espíritu lobo, que fue de una ayuda inestimable. Tras esto, con nuestras habilidades y nuestras fuerzas casi agotadas después de tanto combate, entramos entre las raíces del árbol para encontrarnos una gruta natural. En su centro, una fuente de la cual manaba el agua turbia, y en el techo, una imagen perturbadora, un enorme ojo ocupaba lo que parecía ser la base del árbol, y nos observaba fijamente.
Empezamos a escuchar ruidos fuera, y Hadrian se asomó un momento para avisarnos de que más de las criaturas-planta, como las que habían combatido al lado de la dríade parecían querer darnos caza.
-Salid, y conseguidme tiempo, creo que puedo purificar la fuente, pero mi magia está casi agotada, y necesitaré un rato para poder canalizar la energía necesaria- dije a mis compañeros.
Salieron nuevamente, mientras yo comencé los encantamientos que había aprendido como novicio. La diosa solo daba acceso libre a sus poderes a los elegidos, pero existen rituales que los Hermanos Grises usan que permiten imitar parcialmente estos poderes. Si la diosa estaba de nuestra parte, podría combinar mis exhaustas energías con el ritual y purificar el manantial.
Los ruidos del combate me llegaban desde fuera de las raíces, con mis compañeros sufriendo por el asedio de las criaturas que parecían decididas a mantener la corrupción, y el ojo me miraba fijamente, como queriendo atravesarme, y romper la concentración que estaba manteniendo en pie el ritual.
Sumergí mi mente para contactar con la pureza que quedaba en el corazón del bosque, y con la podredumbre que lo estaba destruyendo, y como heraldo del equilibrio, juzgué que no era el momento de la muerte del bosque, sino de su renacimiento.
Abrí los ojos notando como un destello salía de mi cuerpo, con el ritual casi terminado, y atravesaba el ojo de la cúpula que desapareció en lo que pareció un grito mudo. Una piedra cayó al suelo, mientras que volvían a ser visibles las ramas y raíces del árbol en lo alto del hueco. Poco a poco, el agua del manantial empezó a salir nuevamente pura.
Thrain empleando su capa como protección, casi como si temiese que estuviese ardiendo o envenenada, la recogió y guardó.
-Bravo, no esperaba que llegaseis hasta aquí, pero me agrada equivocarme.- Una voz femenina entró en la gruta, en la que estaban ya reunidos mis malheridos compañeros.
Morrigan nos felicitó por nuestra hazaña, y nos dejó probar el agua del manantial, empleando un sencillo ritual nos permitiría ver nuestro futuro. Hadrian se negó a tan poco frecuente premio, mientras que Elodrin y Thrain en apariencia recibieron oscuras visiones de sus muertes a manos de un mago tatuado que comentaron.
Finalmente, yo también probé el agua, sentía la necesidad de conocer mi futuro, aunque fuese oscuro como el de mis compañeros.
Me encontré en medio de un espacio entre nubes, iluminado, y en frente mío, Ayailla misma, o al menos una avatar suyo.
-No verás tu destino aquí, tú eres diferente, esa es mi voluntad y mi decisión. No tienes un destino prefijado, te he extraído del telar del futuro para que puedas cumplir mi voluntad como un agente libre de esas limitaciones.- La voz de la diosa era algo imposible de describir, hablando directamente a la mente incluso en este espacio de visiones.
-Se acerca un momento singular, una guerra entre Orden y Caos, un momento en que el equilibrio general se puede desplazar en un sentido o en otro, y yo misma me vere obligada a tomar parte en la guerra, pero yo no puedo decidir, yo no he de tomar parte, eso lo ha de hacer mi elegido, eso lo has de hacer tú...
-Ya has conocido a uno de los contendientes- por un breve momento volví a ver el ojo que se fijaba en mí dentro del árbol corazón-, o al menos parte de él, y pronto conocerás al otro, al otro bando. Cuando sea el momento, deberás tomar la decisión. Tranquilo, hijo mío, eres fuerte, y estarás preparado cuando llegue el momento.
Despierto mirando nuevamente al techo de la extraña gruta, y a duras penas consigo ordenar lo que he visto en mi mente y mis recuerdos, la presencia de la diosa, aunque sea una pequeña parte, me abruma.
En lugar de respuestas, nuevas preguntas, esta vez de un calado aún mayor de lo que temía. La diosa misma, y no los sacerdotes de mi orden finalmente me había impuesto una misión.
Meditativo en mi caso, y apesadumbrados mis compañeros, por sus oscuras visiones, volvimos hasta la cabaña de Morrigan, esta vez acompañados por ella.
Mis compañeros parecían preocupados, aunque Thrain parecía tener una decisión renovada en su misión auto impuesta, pero cuando me preguntaron por mi visión poco pude aclararles, más allá de que en apariencia no tengo destino fijo. Morrigan comentó que eso le aclaraba muchas cosas, pero con su habitual gusto por sonar enigmática, nos dejó con las ganas de saber que cosas aclaraba.
Me temo que yo podría cambiar sus destinos simplemente con acompañarles, comenzando, o continuando mi peregrinación. ¿O igual el destino que tienen ellos fijado estará fuera de mi alcance, y cuando lo enfrenten, no estaré presente para cambiar la visión nuevamente? No debería de preocuparme por ello, los caminos que decide la diosa nos están velados, y en mi caso aún más. Al menos sé que cualquier decisión que tome, la puedo tomar libremente, de hecho la debo tomar libremente, pues esa es mi responsabilidad.
Hicimos noche en casa de Morrigan, y por primera vez en bastante tiempo descanse plácidamente, tranquilo porque al fin empezaba a entender mi peregrinación, empezaba a atisbar un patrón en mis vagabundeos, y por fin tenia un objetivo, aunque fuese tan vago y tan especifico...
Mis compañeros tuvieron una conversación con Morrigan, mientras yo meditaba en el exterior, que de alguna forma pareció incomodar a Elodrin y Hadrian, y creo que no lo hizo con Thrain porque empiezo a dudar que exista alguien capaz de hacerle sentir incomodo con palabras, aunque tal vez con más tiempo Morrigan sería capaz.
A la mañana siguiente partimos hacia Karaya, con agua del manantial mismo en nuestras odres para purificar a los enfermos, ahora que no habría nuevos casos, cuando llegamos cerca del límite del bosque, Morrigan se despidió de nosotros por el momento.
De camino hacia el pueblo, me pareció ver tres enormes figuras en lo alto de una montaña cercana, pero cuando me giré para indicarselo a mis compañeros, no había nada en el lugar, ¿un aviso de la diosa? lo dudo, sus mensajeros suelen adoptar otros aspectos.
Cuando llegamos cerca de Karaya, una mala sensación nos entró a todos, el pueblo estaba cubierto de estandartes de los Garrosh, y de la Inquisición. Hadrian, no muy convencido con la nueva decoración, decidió entrar a escondidas en el pueblo, mientras nosotros nos acercamos directamente a la entrada principal
Un grupo de guardias de la casa Garrosh nos dieron el alto. Como no queríamos pelea, al menos no sin saber a que podíamos estar a punto de enfrentarnos, medir las fuerzas del oponente, decidimos parecer "inocentes" viajeros, que habíamos realizado un servicio al pueblo, yendo al bosque, a buscar la cura a una enfermedad que había afectado a uno de nuestros amigos.
Invitaron a Thrain y a Elodrin a permanecer en la posada hasta que se les convocase, junto con otra gran cantidad de gente que ya estaba allí. Mientras que a mi, creyendo el tema de la enfermedad, porque la habían visto con sus propios ojos, y porque a fin de cuentas, sigo siendo un hermano gris, me llevaron a la iglesia con el sacerdote local, la hermana Elise, y los enfermos.
Un poco apartado de los guardias Garrosh que se quedaron en el exterior del edificio, para que no viesen lo que hacía, comencé a suministrar el agua purificada, primero a uno de los más enfermos, para confirmar que funcionaba, y realmente funcionó rápidamente, desapareciendo las manchas ante nuestros ojos, y dejando al enfermo simplemente cansado por la enfermedad con la que había combatido. Después le fui dando la curación al resto de los enfermos, comenzando por Jonas.
Mientras repartíamos la curación, Elise me dijo que tuviese cuidado con los soldados Garrosh, estaban buscando algo, y un elegido de cualquier dios llamaría su atención, más aún estando acompañados de un inquisidor.
Tras curarles, solo quedaba atender su descanso hasta que se recuperasen, pero me dejaron poco tiempo, un par de soldados entraron y me llevaron hacia el ayuntamiento. Por el camino me encontré con que llevaban también a Thrain y a Elodrin, aunque al enano le separaron hacia un molino.
Cuando entramos en la sala, nos encontramos con que la mayor parte de los dirigentes de Karaya estaban apresados en yugos, algunos con claras marcas de haber sufrido tortura. Sir Galahad que comandaba el grupo de soldados de los Garrosh me llevó aparte, y comenzó un interrogatorio, preguntando acerca de donde se encontraban los mandrágoras.
Por fin me enteré de lo que buscaban los Garrosh con sus tácticas de miedo, y fuese cierto o no, parece que ya tenían claro que todo el pueblo estaba condenado. Me sacó poco o nada de valor, pues realmente no tenía una gran habilidad, y terminó dejándome apartado para el inquisidor que debía estar aplicándose con Thrain. Al poco de quedarme solo, dejé de escuchar ruido de la sala donde estaban los demás, algo que me pareció familiar, y poco después, noté como mis ataduras se liberaban, y cuando me giré vi como Ka'os terminaba de liberarme.
Me dirigí rápidamente a donde estaban los demás para encontrarme con que Hadrian había dado buena cuenta de los guardias ayudado por Elodrin que se había liberado también. Uno de los guardias a punto estuvo de escapar para dar la alarma al resto de la guarnición desplegada, pero un rayo de energía le alcanzo cuando estaba fuera de nuestro alcance. Morrigan había venido también a ayudar a la liberación del pueblo, o al menos a enfrentarse a los Garrosh. Rápidamente liberamos y organizamos a los allí atrapados para liberar al resto de los habitantes.
Ka'os consiguió recuperar nuestras armas y equipo, y mientras nosotros (Elodrin, Hadrian, Morrigan, y yo) nos dirigimos a liberar a Thrain y enfrentarnos al inquisidor y su séquito, el resto intentarían aprovechar el caos que montásemos para liberar al resto de lo habitantes.
El combate con el inquisidor y su grupo fue muy duro, posiblemente si alguno no lo hubiese dado todo, o Hadrian no hubiese liberado a Thrain en el momento oportuno, posiblemente el combate habría acabado mal para nosotros. Especialmente espectacular fue el salvaje ataque final de Thrain contra el inquisidor invocando a Moradin que acabó con el cuerpo del inquisidor casi partido por la mitad.
Agotados nuevamente, nos encontramos acorralados, cerca de los restos del molino, por los Garrosh que se habían organizado bajo el mando de su capitán, Sir Galahad, pero un tercer bando entró en la liza. Un grupo de Mandrágoras fuertemente armados y bien organizados, atacaron a las tropas de los Garrosh, primero cubriendo a los habitantes de Karaya que escaparon, pero poco después haciendo retroceder a los Garrosh, y finalmente dando caza a los pocos reductos que consiguieron mantener mas de unos pocos minutos.
Desgraciadamente Sir Galahad consiguió escapar de la batalla empleando un Grifo adiestrado.
Los Mandrágoras se presentaron, y ofrecieron refugio a los habitantes del pueblo, y a los que habíamos escapado del barco. Parece que si era cierto que algunos de los mandatarios del pueblo ya habían estado en contacto con ellos, y habiendo detectado el movimiento de las tropas de los Garrosh, organizaron un grupo para expulsarlos y salvar el pueblo.
Es sorprendente lo diferente que había sido este encuentro con los Mandrágoras comparado con el que tuve hace solo unos pocos meses.


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