Dereck y Ellaria paseaban por un bosquecillo al margen del
camino. El cazador le había pedido consejo sobre cómo ayudar a su sobrino, y la
vestal le había insistido en que no bastaba con que le diera buenos consejos
mientras seguía siendo un mal ejemplo. Ya habían tenido varias veces esa misma
conversación, que la bienintencionada sacerdotisa siempre había aprovechado
para intentar rebuscar un poquito de bondad en el cínico cazador.
-“No vale con que le digas que no sea como tú. Lo que
Achiles necesita es un ejemplo positivo. Alguna historia con un poco de bondad,
alegría, o buenas intenciones. La fe también puede ser un gran consuelo. Piensa
un poco. ¿Qué te hacía sentirte bien a su edad?”- Paró de golpe al comprender demasiado
tarde que había metido la pata. Hasta el fondo. Derek había puesto un gesto
torvo, y su postura denotaba una enorme tensión.
-“Bueno, cuando tenía su edad me hacía sentirme genial el
ver que no me habían dado cuando nos arrojaban una salva de flechas o nos
bombardeaban con fuego alquímico. Claro que a menudo te dabas cuenta luego de
que algún otro pobre desgraciado al que conocías no había tenido tanta suerte,
lo que era una putada. Pero bueno, fe había para dar y regalar, todos rezábamos
todas las mañanas a todos los dioses habidos y por haber pidiéndoles llegar
vivos a la hora de la cena.”- Dereck interrumpió su sarcástica diatriba, negó
con la cabeza y continuó algo más calmado –“Mierda, me he puesto como si eso
hubiera sido culpa tuya. En serio creo que mejor dejemos esa parte. Quiero que
Achiles encuentre un poco de paz, no que se meta en una guerra.”
-“Va a ser lo mejor, y perdona por no haberme dado cuenta de
que era algo doloroso para ti. Lo siento mucho…”
Dereck frunció el ceño. Ellaria llevaba dos días
disculpándose por todo, como si no confiara en su capacidad de hacer nada bien.
Era preocupante. Tenía que intentar parar eso, pero tampoco quería echarle
demasiado hierro.
-“La próxima vez que te disculpes por algo voy a soltar una
blasfemia. Y de las gordas. Además, soy yo quien te debe una disculpa. Tú
tenías buenas intenciones y yo me he puesto como un energúmeno.”
Ellaria sonrió aliviada –“No necesitas disculparte.”
Dereck intentó aliviar la tensión con un poco de humor. –“Y
no lo he hecho, sólo he dicho que te debo una disculpa, así que ya te la daré
en otro momento.”
La joven meneó la cabeza, quizás algo divertida, pero
decidió volver al asunto.
-“Vamos, seguro que tienes una historia propia que sea
edificante. Aunque fuera de cuando eras un niño. ¿Nunca se te ocurrió hacer algún
bien porque sí?
-“Bueno, si me voy muy atrás…” negó con la cabeza-“Esto es
absurdo…”
-“Estabas pensando en algo. Vamos, seguro que valdrá.”
-“Lo dudo, pero tú mandas. Cuando tenía trece años pensé en
aprender algo de carpintería. Viene bien en una familia de leñadores, así que
decidí arreglar la mesa que teníamos en la cocina, que estaba muy vieja. Y mi madre le tenía bastante cariño, porque
había sido de su madre y era bastante buena. Le había pedido mil veces a Argo
que la arreglara. Lo único que había que hacer era lijarla y darle una mano de
barniz, y estaría como nueva.”
-“¿Ves? Eso está bien, es constructivo, generoso, y seguro
que le hizo mucha ilusión.”
-“Eehhh, bueno, la cosa no salió tan bien. Con la lija fina
se iba muy despacio, así que me harté y cogí una lima más gruesa, que empezó a
dejar rayajos con todas partes. El caso es que acabé cogiendo una escofina para
intentar arreglarlos…”
Ellaria puso una expresión entre curiosa, divertida y
horrorizada, como la de quien ve algo que no puede acabar más que en desastre
pero es incapaz de apartar la mirada.
-“Al final se me ocurrió que echando suficiente barniz se
disimularían los desperfectos, así que la mesa acabó como algo que hubiera
salido arrastrándose del pantano.”
La vestal se puso una máscara de seriedad forzada mientras
intentaba no reírse.
-“Pero tu intención era buena, así que seguro que tu madre
lo comprendió.”
-“Bueno, con suerte lo tendría en cuenta, así que seguramente
que no habría sido tan difícil asumir el desastre.”
-“¿Habría?”- preguntó arqueando una ceja con suspicacia.
-“Es que fue mucho más fácil dejar que Argo cargara con el
mochuelo. Se suponía que era él el que habría tenido que arreglar la maldita
mesa. Y el muy idiota no dijo nada para acusarme.”- Dereck no pudo reprimir una
sonrisa nostálgica, que rápidamente tornó en maliciosa. –“Claro que como lo
hubiera hecho y se me hubiera ocurrido negarlo le habría caído el triple de
castigo por intentar echarle las culpas a su pobre e inocente hermanito menor.”
-“Pero no lo habrías hecho, ¿verdad?”- en sus ojos había una
súplica por una respuesta negativa. Negarlo habría sido una mentira demasiado
descarada, así que sustituyó su respuesta por un encogimiento de hombros.
Ellaria puso una breve mueca de reprobación pero echó mano de sus aparentemente
ilimitadas reservas de optimismo.
-“Al menos harías algo para compensárselo a tu hermano, ¿no?”
-“Más o menos. Amenazó con retorcerme el pescuezo como a una
gallina o algo así, así que le prometí que le ayudaría a conseguir algo de dinero
para comprar una mesa nueva. Trabajé durante un par de semanas cortando leña,
ayudando a las mujeres a llevar agua y esas cosas, y me gané unas cuantas
monedas de cobre.”
Algo en el tono del cazador le indicó a Ellaria que no le
iba a gustar demasiado lo que viniera a continuación-“¿Porqué sospecho que tu
hermano no llegó a verlas?”
-“Te juro que quería dárselas, pero el día que iba a hacerlo
llegó un buhonero que vendía caramelos, y sabía que las hijas de nuestros
vecinos se morían por probarlos.”
-¿Y te gastaste el dinero en los caramelos y se los
regalaste?- Su optimismo era encomiable, aunque a esas alturas Ellaria ya era
incapaz de ocultar su escepticismo.
“Más o menos. Resulta que la mediana me gustaba.”
Ellaria esbozó una sonrisa de romántica ternura, como imaginándose
un primer e inocente romance entre jóvenes.
–“Es que era de mi
edad y aunque la pobre tenía la cara llena de granos le estaban saliendo… ya
sabes, todo lo que os sale a las mujeres por esa edad.” – dijo mientras
enfatizaba sus palabras ahuecando sus manos sobre el pecho. La sonrisa de la
vestal se había congelado en su rostro y se mordía nerviosamente el labio. “Y
mi amigo Ajax decía que se había acostado con una medio novia que tenía por
entonces y yo no quería ser menos.”
A medida que hablaba Ellaria iba creciendo en indignación,
hasta que estalló encolerizada-“¿Se los intentaste cambiar por que se acostase
contigo?¿Cómo demonios…?¿No tenías vergüenza…?¿Pero es que tú has hecho voto de
quedar siempre como un cerdo o algo así?”
Por algún motivo a Dereck le hizo bastante gracia el exabrupto.
Parecía que fuera imposible agotar la paciencia de aquella mujer, al menos sin
asesinar a nadie, pero se estaba acercando bastante.
-“Vaya, qué genio. Deberías lavarte la boca con jabón antes de
volver a hablar con Ishtar.”
La sacerdotisa dudó un instante, durante el que se sonrojó
visiblemente, para el perverso regocijo del cazador, pero recuperó la
compostura enseguida. Le miró como una profesora descorazonada a un alumno
díscolo–“Eres imposible. Por favor, dime que la chica rechazó tu descarada
incitación a la prostitución. Y si no lo hizo más te vale que me mientas.”
“La verdad es que hizo lo que cualquier chica sensata habría
hecho. Me dio un beso a traición en los labios y aprovechando el momento en que
me debí quedar con cara de gilipollas agarró la bolsa de los caramelos y se
alejó corriendo dándome las gracias por mi generosidad. Así que me quedé con
cara de tonto, con mi hermano queriendo asesinarme, sin el dinero y sin
caramelos. Y con el calentón en todo lo alto y mi virtud intacta.”
Ellaria puso una mueca de incredulidad y comenzó a reírse. A
carcajadas. La verdad era que no recordaba haberla visto hacerlo antes, y era
una lástima. Era la clase de risa que te hacía olvidar lodos los males del
mundo. No había escuchado nada parecido desde hacía años. Cuando la mujer paró
de reír el cazador se hizo teatralmente el ofendido.
-“Oye,¿estás segura de que está bien que una vestal se ría
de esa manera de las desgracias ajenas?”
Esta vez Ellaria no se amilanó, adoptó una pose de rectitud igualmente
sobreactuada y contestó –“Bueno, podemos expresar alegría cuando triunfa la
justicia. Y tendrás que reconocer que te lo habías buscado. De hecho la
historia no está tan mal para contársela a Achiles. Al final se impone el bien, el traidor recibe
su justo castigo y queda claro que las chicas somos mucho más listas que
vosotros. Con que omitas la parte más inconfesable de tus motivaciones estará
bastante bien.”
-“Claro, porque seguro que al chico no se le ocurre que un
chaval de esa edad pueda estar pensando en sexo.”- contestó sarcásticamente.
-“Con que termines diciendo de que te arrepentiste de lo que
habías hecho bastará.”- repuso ignorando la puya.
Dereck se quedó pensativo durante unos instantes. Quedándose
muy callado. Al final sonrió melancólicamente. –“¿Y si no me arrepiento?”
-“Pero si tú has dicho que terminaste…”- paró un momento al
comprender que podía haber algo más e intuyendo que podía ser un tema delicado.
“La historia no termina ahí, ¿verdad?”
-“Pues más bien no. Como te imaginas, la cosa no me hizo
demasiada gracia. Pero al poco nos enteramos de que lady Alessa Talos había
dejado plantado a Adrael Argelan poco antes de la boda, lo que me pareció genial, porque comparado
con eso lo mío no parecía nada. Hasta que dos meses después empezó la guerra. Y
me pareció muy emocionante. Tras dos o tres meses más todas las demás casas nos
fueron dejando colgados, así que movilizaron a mi padre y a Argo y dejó de
parecerme tan divertido. Al año siguiente me convertí en escudero de Sir
Crabber.”
-“¿El hijo del lord de Fallcliff?”
-“Sobrino, en realidad. En esa época el lord de Fallcliff
era Dweilin Crabber, el hermano mayor del actual. No era un mal tipo. A menos
para ser noble, ya sabes. Tanto el padre como el hijo murieron en la guerra. De
no ser así, esa bola de grasa con patas jamás habría pasado de caballero. Pero
volviendo a la historia, te imaginarás que pasé los siguientes años bastante
ocupado. La verdad es que no volví a pensar en el incidente. Ni en la maldita
mesa, ni en los condenados caramelos. Ni en la chica. Joder, ahora que lo
pienso, por esa época ni siquiera estaba seguro su nombre. Me hacía un lio con
los de las hermanas.
El caso es que tres años después regresé bastante hecho
polvo y sin recordar nada de aquello. Pero resultó que ella sí que se acordaba,
y según me contó, tomarme el pelo era el último buen recuerdo que tenía antes
de que el mundo se convirtiera en un manicomio. Ella también había perdido a su
padre. Y ya no tenía granos.”- Dereck paró de repente, tragando saliva,
mientras parecía estar contemplando otro tiempo y lugar, muy lejano. Para
entonces Ellaria ya se había percatado de que la chica de la historia del
cazador no podía ser otra que su difunta esposa. El hombre negó con la cabeza,
como a una pregunta que nadie hubiera hecho.
-“¿Arrepentirme? Si lo piensas bien, comprar aquellos
caramelos fue la mejor decisión que he tomado en toda mi vida…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario