Kayrion y Dannelle seguían frente a frente, mirándose fijamente, sin pronunciar palabra, durante unos instantes que le parecieron eternos. Mil ideas surcaban a toda velocidad por su mente. Era como si todo lo que sabía sobre el mundo hubiera cambiado en un segundo.
-“Kayrion…”- fue lo único que ella acertó a decir hasta que unos tirones de su manga la hicieron mirar hacia abajo, hacia Janice. Miró a Kayrion una vez más, con una mirada llena de vergüenza y tristeza, casi suplicante, antes de arrodillarse junto a su hija y susurrarle algo en el oído. Kayrion no oyó lo q le decía, aunque le pareció que hablaba en élfico. La niña salió corriendo bastante contenta, aparentemente ajena al desconcierto y preocupación que embargaba a sus padres.
“Kayrion…”- repitió, como si necesitara oírse decir su nombre para creer que realmente estaba allí –“Creo que deberíamos hablar en privado.”
Él asintió en silencio. Desde luego había mucho que hablar, y no le parecía adecuado hacerlo en mitad de la plaza, donde cada vez se congregaba más gente que quería ver al paladín recién llegado. Cogió las alforjas y la silla de montar de su montura y le hizo una señal. El magnífico corcel celestial se encabritó y en medio de un cegador destello regresó a su plano nativo a la espera de que su jinete volviese a necesitar sus servicios, ante el asombro de la gente que curioseaba a su alrededor.
Dannelle le indicó entonces una de las casas que había en la plaza, y ambos se dirigieron a ella, mientras que la gente comenzaba a dispersarse ante la presión de la anciana Draira, que insistía en que no había nada que ver allí.
Kayrion no habría necesitado que Dannelle le hubiera indicado que aquella casa era la suya. La casa en cuestión era bastante diferente de las demás que la rodeaban. La estructura era de piedra hasta la altura de las ventanas, mientras que el resto del primer piso y la totalidad del segundo eran de madera bellamente labrada. Las reminiscencias al estilo élfico eran evidentes, sobre todo en el tejado y las ventanas, pero sin dejar de tener las líneas básicas del resto de edificios humanos. La casa no dejaba de ser un reflejo de la propia naturaleza dividida de su dueña.
Sin decir aún una palabra, ambos entraron en la casa. Kayrion se quedó mirando a través de la ventana a la niña que se alejaba hasta que se salió de su vista al entrar en una callejuela. Finalmente rompió el silencio -“Janice es tu hija... ¿Ella es…?”- Se sintió incapaz d continuar.
Dannelle asintió lentamente con la cabeza al tiempo que cerraba los ojos. –“Sí, Kayrion, ella es tu hija.”
A pesar de que tenía la certeza de que aquello era cierto antes de preguntar, oír la confirmación de sus labios fue como un mazazo para el paladín. Sintió como si todo el peso del mundo se le echara encima de repente. –“Pero… no puede ser… ¿Cómo es posible? ¿Por qué?”- se detuvo y tomó aire antes de preguntar –“¿Por qué no me lo dijiste?”
-“Sé que tendría que habría tenido que decírtelo hace mucho tiempo. Sé que no tenía derecho a ocultártelo, pero no podía decírtelo… Yo… tenía miedo…”- Su voz se entrecortó, al tiempo que apartó su mirada, mientras trataba de encontrar las palabras para continuar. La ira fue creciendo dentro del paladín a medida que pensaba en todo lo que le había sido negado durante esos años. Replicó agriamente, elevando un poco el tono de voz.
-“¿Miedo? ¿De qué? ¿Creías que me negaría a hacerme cargo? ¿Que intentaría quitártela? ¿Te crees que no habría asumido mis responsabilidades? ¡Por todos los dioses, ella es de mi sangre! ¡Yo me habría ocupado de ella!”
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Bueno, gente, aquí sigue el relato de Kayrion, para que veáis el respeto que le tengo yo a la democracia, sólo igualado por el de Mugabe y gente así. Bueno, más en serio, espero poder recuperar esos relatos antiguos un día de estos y publicarlos. Y de paso, a ver si se revitaliza un poco esto, que está un poco parado últimamente. Espero continuar con la historia de los alas de dragón antes de que termine la semana. Y recordad, si tenéis aportaciones, ya sean relatos o dibujos que añadir, os animo encarecidamente a que lo hagáis.
ResponderEliminarHombre, que estamos en navidades, y la gente esta con pocas ganas de escribir...
ResponderEliminarY los impulsos democraticos animan aún mas.