En efecto, ya se veía el poblado, a uno o dos kilómetros de distancia. Era un pueblo de tamaño mediano, rodeado por una empalizada de madera, reforzada con piedra en su parte baja. Los campos a su alrededor estaban bien organizados, con claras delimitaciones entre ellos en formas regulares, y parecían muy bien cuidados. Los campesinos que trabajaban saludaron al jinete. Kayrion observó que muchos tenían arcos o algún tipo de arma junto a sus campos. Los campesinos parecían diligentes y confiados. La mayoría de ellos eran mujeres o adolescentes. Había pocos hombres adultos. Veía por qué aquel Barón deseaba controlar aquel valle, y aunque estaba seguro de que sus motivos estaban lejos de ser desinteresados, lo cierto es que no imaginaba como un poblado como aquel podría sobrevivir por sí solo a una incursión seria, a pesar de que sus defensas parecían mucho mejores que en otras aldeas parecidas.
Mientras tanto, Jani había empezado a arreglar un poco su desastroso aspecto, peinándose un poco con las manos y quitándose hojas y trozos de ramitas del pelo. Después cogió un faldón de la sobrevesta de Kayrion y se limpió la cara con él, antes de que su propietario pudiese protestar. La prenda en cuestión era de seda de Suryamar y poseía encantamientos protectores. Era un regalo de la oyabun del Clan Grulla, Oyumi. “Qué demonios”, pensó el paladín, y usó la prenda que de todas formas ya estaba muy sucia para limpiarse él también la cara de los restos de fruta que le había arrojado Jani.
Finalmente llegaron cerca de las puertas, que estaban abiertas, pero con un par de chicas bastante jóvenes armadas con arcos haciendo guardia sobre ellas, a las que la niña saludó a gritos. Las guardias devolvieron el saludo. Al igual que los campesinos, no parecieron extrañarse de ver al caballero.
-“Parece que sabían que veníamos”- dijo Kayrion-“¿Cómo es posible?”
-“Seguro que te vería alguno de los cazadores y darían la señal. Todos llevamos esto, por si acaso.” Dijo orgullosa mostrando una pequeña chapita de acero pulido que llevaba en el bolsillo.- “Me están enseñando a usarla, pero no me aclaro de que si la señal de peligro eran tres señales o... ¿Qué venía después del tres…?”- entonces señalo a la puerta y dijo –“¡Mira! Ahí están Jaron y Pip.”
Señalaba a un par de perros. El primero era un chucho sin raza, pero inmenso. Kayrion no entendía demasiado de perros, pero parecía una mezcla entre un San Bernardo y un Gran Danés. Estaba sentado sobre sus patas traseras y se inmutó al verles, aunque parecía vigilar a Jani de rerojo. El otro era un perrito diminuto, aún un cachorro, que correteaba en círculos alrededor de su congénere sin dejar de soltar ladridos, y que parecía muy contento de ver a la pequeña. El perro pequeño no abultaría en total más que la cabeza del grande.
Kayrion descabalgó y se dispuso a bajar a Jani del caballo. El perro pequeño se abalanzó sobre el paladín muy nervioso y se puso a dos patas sobre su pierna, sin dejar de ladrar y aullar. Cuando estaba ayudando a la pequeña a bajar del caballo, notó algo cálido y húmedo en su bota. El cachorrito no había podido resistir la emoción de ver a la niña y había aflojado la vejiga sobre la pierna de paladín. Mientras se preguntaba que más podía ir mal ese día, Jani cogió al perrito, y le regañó sin demasiada convicción. –“Pip, perrito malo, te he dicho cien veces que eso no se hace.”
Una de las guardias de la puerta se reía a carcajadas, mientras que la otra trataba de disimular sin demasiado éxito. Se acercó entonces el otro perro, lenta y pesadamente, que miró a Kayrion de pies a cabeza.
-“Dale la mano y no tengas miedo”- le aconsejo Jani.-“Es su manera de presentarse.”
Hizo caso y extendió la mano. Desde luego que a aquellas alturas de la vida y habiéndose enfrentado a todo tipo de aterradores monstruos en el pasado no sentía el mínimo temor de aquel perro, que excluyendo su tamaño parecía totalmente inofensivo. Este avanzó y le cogió la mano entre los dientes mientras le miraba fijamente a los ojos. A través del guantelete de malla pudo percibir que el perro no estaba ejerciendo la más mínima presión. El mensaje estaba claro, si te metes con la pequeña te metes conmigo. Después le soltó y comenzó a andar lentamente tras Janice, que había salido corriendo saludando a todo el mundo que había ido a recibir al forastero, con Pip pisándole los talones.
Una mujer mayor se adelantó he hizo una leve pero respetuosa reverencia. Se presentó como Draira, miembro del consejo de la aldea, y se disculpó por los problemas que le hubiera podido causar Janice, y excusó su comportamiento. A pesar de su deplorable aspecto, con la ropa y el pelo con trozos de pulpa de manzana, la bota meada por un perro y la mano babeada por otro, el paladín se forzó a sonreír y a quitarle importancia al asunto. Al menos volvía a estar entre adultos y haberse librado de la pequeña y adorable Jani. La señora Draira se ofreció a reunir al consejo y a presentarle a la líder del mismo, a lo cual Kayrion aceptó, aunque habría preferido tener ocasión de arreglarse un poco antes.
Avanzaron hasta una pequeña plaza donde una mujer se dedicaba a emplumar flechas mientras tarareaba una canción élfica. La reconoció en el acto. Podría haberla reconocido en cualquier parte, a pesar de los años que habían pasado desde la última vez que la había visto. Era Dannelle. No había cambiado nada en todo ese tiempo, salvo los ropajes que llevaba, parecidos a los del resto de aldeanas. Se paró en seco, incapaz de moverse por unos instantes, mientras ella seguía con su tarea, ajena a la presencia de Kayrion.
La escena fue interrumpida por una niña que corriendo a toda velocidad se dirigió hacia Dannelle. Era Janice, que gritó- “¡Mamá, mamá, mamá! ¿A que no sabes lo que me ha pasado?...”
Ella levantó entonces la vista y le vio. Su cara se convirtió en la viva representación de la sorpresa, pero no era nada comparado con la que sentía el propio Kayrion. ¿Cómo podía no haberse dado cuenta del parecido entre madre e hija? ¿Cómo podía haber reconocido en aquella niña las facciones de la mujer a la que nunca podría olvidar? Pero aquello no era todo, lo peor es que se había dado cuenta de a quién le recordaba también la niña. En ciertos rasgos era la viva imagen de Sonya, su hermana, cuando era pequeña. Lo que significaba que Janice era…
Kayrion despertó. No podía moverse, ni siquiera los párpados. Sentía frío. Seguía congelado en el hielo mágico. No tardaría en volverse a dormir. Sintió una leve palpitación del parásito que llevaba en el pecho. Todo había sido un sueño, o más bien una pesadilla, y fue tomando conciencia de la realidad. La amenaza para el mundo aún no había acabado, y estaba lejos de hacerlo, aunque no tenía forma de saber cuánto tiempo había pasado desde que le hibernaran. Ni siquiera había logrado librarse aún de aquel parásito que amenazaba con devorarle desde dentro. Sintió una sombra desesperación que se abatía sobre él. Al menos, pensó mientras volvía a sumirse en la inconsciencia, no tendría que preocuparse de la pequeña Janice…
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Bueno, gente, este es el final del primer relato que escribí sobre el sueño de Kayrion. Espero que os haya gustado. Escribí un segundo relato sobre el tema a modo de continuación, en plan más serio, sin pretensiones humorísticas, y si queréis puedo seguir publicándolo, o puedo cambiar de tema y publicar otros relatos sobre Thorcrim, si lo preferíis. Será por relatos que tengo en el disco duro... Bueno, la decisión es vuestra, podéis votar lo que queráis, excepto Isra, que él no tiene derecho a voto por habérselos leído y eso.
ResponderEliminarEsto me recuerda al capítulo doble de Padre de Familia cuando Stewie logra matar a Lois, pero al final todo era una simulación virtual para ver "como iría" xD
ResponderEliminarMuy buena conclusión. Ahora tiene más gracia releerlo cuando la niña habla sobre su padre y le pregunta "oye, ¿tu no serás mi padre?" xD
Mi voto va para que cambies de personaje, que el mismo, a pesar de las variopintas aventuras, puede llegar a cansar. Uno de Thorcrim estaría bien, para ver el porqué nuestro querido master le ha llegado a tener tanta manía :P
Un abrazo!
Por mi parte, tambien mejor que cambies, que siempre es mejor escuchar un poco de cada uno.
ResponderEliminarY muy chulo, aunque ya te lo dije cuando lo vi la primera vez me parece.