domingo, 14 de marzo de 2010

El sueño de Kayrion XIII

-“Oye, ahora que lo pienso, tú también tienes una espada. ¿Me la enseñas?”

-“Claro, pero me temo que tampoco te la puedo dejar coger. Tu tía Valadia tiene razón, no es un juguete, y puede ser muy peligrosa si no se sabe manejar bien.”

-“Ah, bueno. Pues entonces me enseñas a manejarla y ya está. Así podría cogerla. ¿Me enseñarás? ¡Porfi, porfi, porfi, porfi…!!!”
Aquello no le gustó ni un pelo. Era poco probable que a Dannelle le gustara la idea. De hecho, lo más seguro es que la enfureciera bastante. Por otro lado, tampoco le sabía bien negárselo a Janice.

-“Bueno, pero sólo si tu madre está de acuerdo.”

-“Jooo, pero seguro que dice que no. No le gusta que ande con espadas, ni siquiera de madera.”. Se quedó pensando durante un momento.-“Oye, ¿me guardarías un secreto? Una cosa que no le contarías a nadie nunca, ni aunque te amenacen, o te hagan daño. Ni siquiera a mamá. Nunca, nunca. Y me lo tienes que prometer.”

Kayrion dudó. Aquella podía ser una buena oportunidad para empezar a ganarse la confianza de su hija, pero tampoco quería hacerlo mintiendo a Dannelle. Finalmente se decidió por una solución de compromiso.-“Vamos a ver. Vale, sólo si no es algo peligroso. Si no es algo peligroso te prometo que no se lo contaré a nadie, ni siquiera a tu madre. Espero que te baste con eso.”

Janice le miró con una obvia expresión de escepticismo. Finalmente asintió con la cabeza. –“Vale, pero que conste que me fío de ti porque mamá me dijo que me fiara de ti, ¿eh? Y no se lo digas a nadie o no te perdonaré nunca, nunca, nunca.”- Dicho esto, se metió entre el colchón y las tablas de la cama, y sacó de entre medias una espada de madera. No era muy grande, poco más que una espada corta, pero en las manos de la pequeña parecía un espadón, y necesitaba ambas manos para manejarla. Blandió el arma un par de veces. Aquella escena le trajo muchos recuerdos del pasado a Kayrion, de tiempos más difíciles, pero también más felices, y de otra persona.-“Mira. Era del hermano mayor de Denil, pero dejó de usarla cuando empezó a entrenarse con una de verdad, así que me la quedé yo. Mamá no sabe que la tengo, porque no le gustaría que la tuviera. Pero no es peligrosa, así que no se lo puedes contar, porque me lo has prometido. Porque no se lo vas a contar, ¿no?”

En otras circunstancias el paladín quizás podría haber estado de acuerdo. Pero se trataba de su propia hija, y de la hija de Dannelle. Y con aquél tosco mandoble de juguete en sus manos, la pequeña le recordaba demasiado a su madre. La escena podía evocar muchas palabras en su mente, pero “inofensiva” no era una de ellas. Examinó con cuidado el arma. Al menos carecía de cualquier tipo de borde afilado, y al parecer la habían lijado bien para no dejar astillas peligrosas. A regañadientes, decidió asentir.

-“Está bien. Te prometo que no se lo contaré a nadie. Sólo le contarás que tienes esa espada a quien tú quieras, pero si quieres que te enseñe a usarla le tendrás que pedir permiso a tu madre, ¿de acuerdo?”- Esperó que aquella solución salomónica fuera bastante.

Se preguntó que posibilidades había de que Dannelle ignorara la existencia de la espada, oculta en un escondite tan obvio. Y si no lo sabía, seguramente lo intuía. Se preguntó si esa era la razón por la que ocultaba sus propias hazañas: que Janice se le parecía demasiado como para que una madre se sintiera tranquila. De hecho, el parecido era también bastante preocupante para un padre recién estrenado como él. Con todo lo que había luchado y padecido, le espantaba la idea de que su hija pudiera pasar por lo mismo en un futuro. No estaba dispuesto a permitirlo, aunque sabía que había heredado el carácter aventurero y la terquedad de sus padres, por lo que podía ser algo muy difícil de evitar.

Oyó entonces que llamaban a la puerta. Janice escondió rápidamente su espada debajo de la almohada y le hizo un gesto de silencio. Dannelle les llamó para que bajaran al comedor, la comida estaba preparada. Un olorcillo bastante apetitoso llegaba desde el piso de abajo. Kayrion sintió que podría llegar a acostumbrarse a lo que iba a ser su nueva vida, que podría ser una segunda oportunidad para él y para Dannelle…

Entonces volvió la oscuridad, a sentir el frío, a sentirse entumecido, a notar algo maligno palpitando en su pecho. Había vuelto a despertar, seguía en el hielo. Sintió dolor y rabia de volver a la realidad. Sabía que sólo había sido un sueño, pero había sido tan real. Pensó en Dannelle. Esperó que se encontrara a salvo. Rezó mentalmente por ella y por todos los demás antes de sumirse nuevamente en la piadosa inconsciencia.

1 comentario:

  1. Bueno chicos y chica. Finalmente acabó el relato este que escribí de Kayrion. Me temo que no ha tenido mucho éxito, pero no quería dejarlo a medias. Espero que consiga captar más interés en el futuro con otros relatos que estoy preparando y con la continuación de la épica historia de los alas de dragón. Mientras tanto, seguiré intentando que lo próximo que escriba se mejor que todo lo que he hecho antes, como siempre.

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