Era el final del verano en las montañas de Kazak-Monk, lo cual implicaba fiesta. La fiesta de la cosecha y la vendimia era un gran momento para todos los enanos, especialmente para los jóvenes, y muy especialmente para los que aún no tenían pareja estable. La potente cerveza enana corría en abundancia en ese tipo de fiestas, y las habituales inhibiciones se tendían a relajar un poco.
Thorcrim no tenía pareja estable. Bueno, en realidad tampoco tenía pareja inestable. Ni un mal ligue pasajero, ni nada de nada. Aquella podía ser una buena ocasión de cambiar un poco las cosas.
Podía ser una buena ocasión para confesarle a Treia que le gustaba. Conocía a aquella pelirroja desde que eran niños, cuando llevaba unas ridículas coletitas, tenía la cara llena de pecas y los paletos algo separados. Claro que desde entonces se había convertido en toda una mujer. Una muy hermosa, por cierto. Mientras que él se había convertido en un aprendiz de armero.
No era que no estuviera contento con su puesto. De hecho, convertirse en el aprendiz del maestro Grumry había sido un gran avance para él. Si no se habría convertido en cavador, como lo había sido su padre, y el padre de su padre, y el padre del padre de su padre, etcétera. En definitiva, estaría en lo más bajo de la sociedad enana, por no hablar de que seguiría teniendo que compartir cuarto con sus seis hermanos, y el aseo con sus cuatro hermanas además. Lo malo de ser uno de los medianos en una familia tan numerosa era que nadie solía hacerle demasiado caso. El maestro Grumry no es que fuera un manantial exuberante de cariño y afecto, la verdad es que casi ninguno de su raza lo era, pero se preocupaba por él, y Thorcrim le apreciaba de veras aunque fuera un maestro bastante exigente. Consideraba que era lo más parecido a un padre que había tenido en su vida. Bastante más parecido que su verdadero padre, ya puestos.
El problema era que un aprendiz de armero no era tampoco lo que se dice suficiente para codearse con la nobleza, y Treia era de buena familia. Realmente no sabía de cual, siempre había sido muy reservada sobre ese tema, pero tampoco había que ser un experto en moda para saber que las botas que llevaba un día cualquiera costaban más que todo el vestuario de Throcrim, probablemente incluyendo el valor del baúl donde lo guardaba. Y eso que no era en absoluto ostentosa, al menos al compararla con algunos de sus amigos.
Ahí estaba el problema. Entre los enanos, pretender salir con alguien de una posición más elevada era cuando menos mal visto. Y si se trataba de alguien con una posición mucho más elevada… bueno, era algo que muchos encontraban directamente inaceptable. Pero era lo que había. Llevaba callándose mucho tiempo.
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Hola, muchachos. Aquí ando, intentando darle algo de marcha esto, esta vez con un relato sobre uno de mis antiguos personajes. Thorcrim, también llamado "el enano que nunca estuvo allí", porque total, no se enteraba de la mitad de las cosas y en combate no hacía mucho daño, pero solía salir sin un rasguño. Es un relatillo de introducción, para que no os deje descolocados a los que no le conocísteis.
ResponderEliminarAh, y a ver si os decidíis y colgáis algun relato o dibujo vuestro que queráis compartir con el resto.